El tiempo de compartir la cena es un momento especial, podemos decir que es la oportunidad para estar con las personas que son cercanas a nuestro corazón, por ejemplo con nuestra familia o con nuestros amigos más apreciados. Cuando invitamos a esas personas amadas o ellos nos invitan a una cena, sabemos que va a ser un tiempo especial alrededor de una comida. Esto hizo Jesús, invitó a sus más cercanos, a sus discípulos, (leer Lucas 22:7-28), para tomar una cena, que sería especial por dos motivos; el primero porque era la celebración de la pascua Judía, es decir la cena de conmemora la liberación del pueblo hebreo de la esclavitud de Egipto durante el éxodo a la tierra prometida; segundo, porque iba a ser la última cena que tomarían juntos.
Esta cena tendría para ellos un significado muy profundo, anunciar la muerte y resurrección de Jesús. El pan lo partió y se los repartió como representación de su cuerpo y sinónimo del sacrificio, pues el cuerpo sería “el cordero del sacrificio” que derramaría su sangre en la cruz para redimir a la humanidad del pecado, tal y como lo pidió el Señor al pueblo hebreo cuando les dijo deberían rociar los dinteles de sus casas con la sangre del cordero para salvación (Exodo 12:23). Esta sangre está representada por el vino, con el que determinó el Señor que fuera la entrada a un “nuevo pacto”, el que implica un cambio en la ley sacrificial, Jesús fue el sacrificio perfecto no se requiere uno nuevo; y además es un cambio de promesas, al aceptar a Jesús todos tienen entrada a las promesas dadas por Dios en su Palabra desde los inicios de la creación; y se pasa del periodo de la “Ley” al periodo de la “Gracia”.
La Santa Cena debe hacerse como un tiempo para obedecer a Jesús, para recordar el anuncio hecho del nuevo pacto, como un tiempo para compartir con la gente amada; pero especialmente para que nunca olvidemos que nosotros mismos no nos podemos salvar; solo hay un camino y ese es Jesus y su sacrificio de la cruz.
Finalmente si la Santa Cena representa el inicio del camino a la victoria no debería ser un momento triste sino alegre. Si bien es cierto hay aflicción respecto de la muerte de Jesús, por otro lado Él resucitó, ¡eso lo sabemos y es fundamento de nuestra fe!; así que, debemos verlo como la más grande demostración del amor de Dios. La muerte de Jesús es un tremendo regalo para nosotros. Es precioso. Te pregunto ¿Cuándo te hacen un valioso regalo, cómo lo recibes?, ¿Con lamento y pena? No, eso no es los que quien da el regalo quiere. Más bien, debemos recibirlo con gran gratitud, recordarlo permanentemente para nunca olvidarlo y si por ello derramamos lágrimas, deben ser lágrimas de alegría. La Cena del Señor, es un recordatorio, un tiempo de comunión con los creyentes pero no es un funeral como si Jesús todavía estuviera muerto… Jesús está vivo. Él resucitó y ese es el motivo de nuestra alegría.
Versículo: “Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí”. Lucas 22:19 (RVR60)
Buen Día,
Juan C Quintero
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