Púlpito Evangélico: EDIFICANDO DE FORMA PERMANENTE

Edificando de forma permanente

Pastor Jorge L. Cintrón

 

Mensaje para ser presentado en el Pabellón de Oración de la Primera Iglesia Bautista de Cayey, Puerto Rico el 2 de noviembre de 2025, 7:30pm

 

“Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo…” 1 Corintios 3:10–15

 

Todos sabemos que la resistencia de una casa no se mide por su pintura o su techo, sino por su fundamento y los materiales con que se construye. Una casa puede parecer hermosa por fuera, pero si su base no es sólida, cualquier tormenta la derriba. Así también ocurre con la vida espiritual: muchos edifican, pero no todos edifican para permanecer. Hay quienes edifican para impresionar, pero Dios no es impresionable. Él nos llama a edificar para permanecer

 

Solo una vida edificada sobre Cristo y con materiales espirituales firmes resistirá las pruebas y dejará una huella eterna.

 

¿Estoy edificando mi vida para resistir las tormentas o solo para que se vea bien ante los demás?

 

Pablo, en su carta a los corintios, nos advierte: “Cada uno mire cómo sobreedifica.”

 

En Hebreos 11 encontramos una lista de dieciséis héroes de la fe que deben inspirarnos a vivir confiados en Dios. Entre ellos hay cuatro jueces: Gedeón, Barac, Sansón y Jefté. Sus nombres aparecen entre los héroes, pero sus historias nos enseñan que no todos sobreedificaron bien. Su fe los llevó a victorias, pero sus decisiones revelan errores en su edificación espiritual. Estos hombres fueron usados por Dios, pero sus errores nos muestran que tener fe no garantiza una edificación sólida si no se construye con obediencia y pureza de corazón.

 

Así como ellos fueron llamados a edificar sobre la fe, nosotros también hemos sido llamados a edificar sobre el único fundamento verdadero: Jesucristo.

 

La advertencia de Pablo sigue vigente: “Cada uno mire cómo sobreedifica.”

 

Muchos creyentes viven angustiados por el juicio final, pero el creyente no debe temer. Su salvación está asegurada por la fe en Cristo: “Porque de tal manera amó Dios al mundo…” (Juan 3:16) “Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor… (Romanos 10:8–10)

 

El juicio del creyente será ante El Tribunal de Cristo y no determinará si es salvo o no, sino la calidad de su edificación espiritual: “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo…” (2 Corintios 5:10) En ese momento, el fuego probará nuestra obra. No se trata de cuántas cosas hicimos, sino de cómo las hicimos y con qué motivación. Ese fuego no es para condenar, sino para purificar lo que no fue hecho con el corazón correcto.

 

La Biblia promete que el que edifica bien, con fidelidad y amor, recibirá como recompensa unas coronas.

 

1.            Corona incorruptible – para los vencedores (1 Corintios 9:25)

2.            Corona de vida – para los que soportan la prueba (Apocalipsis 2:10)

3.            Corona de gloria – para los que sirven con fidelidad (1 Pedro 5:2–4)

4.            Corona de justicia – para los que aman la venida del Señor (2 Timoteo 4:8)

5.            Corona de gozo – para los que ganan almas (1 Tesalonicenses 2:19–20)

 

No todos los que sirven recibirán coronas, pero todos los que edifican bien serán reconocidos. Dios no solo quiere que llegues al cielo, sino que llegues con tus manos llenas de fruto y tu obra resplandeciendo para su gloria

 

Veamos cuatro ejemplos de hombres de fe que edificaron, pero cometieron errores que afectaron la permanencia de su obra. Estos hombres tuvieron una fe genuina, pero sus grietas personales nos recuerdan que una vida sin obediencia termina en ruina, por muy alto que se haya llegado

 

El hogar es el primer terreno donde se prueba la calidad de nuestra edificación.

 

Después de Gedeón liberar a Israel de los madianitas tuvo muchas esposas y un hijo con una concubina llamado Abimelec, quien más tarde mató a sus hermanos y se proclamó rey (Jueces 9:1–57). “Y tuvo Gedeón setenta hijos… También su concubina en Siquem le dio un hijo, y le puso por nombre Abimelec.” (Jueces 8:30–31) Gedeón edificó mal porque no cuidó su casa ni preservó las normas divinas para la familia.

 

Edificamos mal cuando aceptamos como normal lo que Dios no aprueba. El que quiera edificar de forma permanente debe preguntar siempre: “¿Qué dice la Biblia?”

 

Edificamos mal cuando se descuidan los valores del hogar

 

La fe que duda debilita la estructura de lo que edificamos.

 

Débora le dijo a Barac que Dios lo había escogido para liberar a Israel, pero él respondió: “Iré, pero solo si tú vas conmigo.” Por esa vacilación, la gloria de la victoria fue dada a una mujer, Jael. Barac edificó mal porque no confió plenamente en la palabra de Dios.

 

El que quiera edificar de forma permanente debe aprender a obedecer, aunque no entienda el plan completo. La obediencia siempre trae la victoria.

 

Edificamos mal cuando falta plena confianza en Dios

 

La fuerza física sin dominio espiritual es una casa con grietas internas

 

Sansón, el hombre más fuerte de Israel, terminó ciego, humillado y encadenado (Jueces 16:28–30).

Su vida estuvo marcada por tres mujeres: la de Timnat, la ramera de Gaza y Dalila. Sansón edificó mal porque no dominó su debilidad ni rompió su fortaleza espiritual.

 

Las fortalezas espirituales son hábitos o pecados que persisten aun después de conocer a Cristo (2 Corintios 10:3–6). El que quiera edificar de forma permanente no puede permitir que el pecado controle su vida. Cuando se cede al pecado recurrente edificamos mal.

 

Cuando la emoción sustituye la verdad, edificamos sobre arena.

 

Jefté hizo un voto imprudente: “Cualquiera que saliere de las puertas de mi casa… lo ofreceré en holocausto.” (Jueces 11:30–31) Su hija fue la primera en salir. Aunque ganó la guerra, su voto contradijo la voluntad de Dios. Jefté edificó mal porque introdujo un concepto religioso que distorsionó la gracia.

El que edifica sobre reglas humanas y no sobre el amor de Dios, construye con madera y heno: cosas que el fuego destruirá.

 

La vida cristiana no es un ritual, es una relación con un Dios que transforma por amor.

 

Cuando se distorsiona la gracia de Dios se edifica mal

 

El creyente tiene una salvación segura, pero su obra será probada: “Cada uno mire cómo sobreedifica… porque el día la declarará.”

 

El que quiera edificar de forma permanente:

 

1.    Siga los principios de la Palabra: “¿Qué dice la Biblia?”

2.    Confíe plenamente en Dios y no en su propia prudencia.

3.    Rompa con toda fortaleza espiritual.

4.    Permita que el amor de Dios transforme cada área de su vida.

 

Si hoy reconoces que hay áreas en tu vida edificadas con materiales débiles, el Espíritu Santo te llama a volver al fundamento. Señor, enséñame a edificar una vida que permanezca, una obra que resista el fuego y refleje tu gloria. Que todo lo que soy y hago esté sobre el fundamento de Cristo, el único que nunca será removido.

 

Jorge Cintron
Jorge Cintronhttp://www.elversiculodeldia.com
Pastor en Primera Iglesia Bautista de Cayey, Puerto Rico

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