“Estando aún entre vosotros os dimos esta regla: quien no quiera trabajar, que tampoco coma. Pero hemos sabido que algunos de vosotros viven sin trabajar, muy ocupados en no hacer nada. A estos mandamos y encargamos, por la autoridad del Señor Jesucristo, que trabajen tranquilamente para ganarse la vida.”
2 tesalonicenses 3:6-13
Un herrero tenía un pequeño perro, que era un gran favorito para su amo, y su compañero constante.
Mientras él martilleaba sus metales el perro permanecía dormido; pero cuando, por otra parte, el herrero iba a la comida y comenzaba a comer, el perro se despertaba y meneaba su cola, como pidiendo una parte de su comida.
Su amo un día, fingiendo estar enojado y golpeándolo suavemente con su palo, le dijo,
-¡Usted pequeño holgazán! ¿Qué le haré? Mientras martillo en el yunque, usted duerme en la estera; y cuando comienzo a comer después de mi trabajo duro, usted se despierta y menea su cola pidiendo el alimento. ¿No sabe usted que el trabajo es la fuente de cada bendición, y que ninguno, sólo aquellos que trabajan tienen derecho a comer?-
Parce un buen chiste; pero es una gran verdad. Algunas personas no gustan de desarrollar una disciplina laboral, tienen toda clase de excusas para no conseguir un empleo y suelen ser amantes de las rutas cortas para lograr ganancias rápidas con pocos esfuerzos, lo que resulta una práctica mal sana ya que por lo general esta ebullición financiera suele ser muy efímera y su conclusión es una abrupta caída; porque lo que rápido llega, rápido se va.
También hay personas que gustan de vivir a expensa de otros, sean padres, hermanos o amigos. Siempre necesitan ayuda, constantemente piden prestado y tienen una adictiva dependencia de otras personas que si son productivas.
No solo en lo laboral debemos ser menesterosos, sino también en nuestra vida en la congregación. Si no trabajamos en la obra del Señor nunca podremos disfrutar de los beneficios y recompensas con las que Dios paga. Dice la palabra en Proverbios 12:27 “El cazador perezoso no alcanza presa, pero el diligente alcanza grandes riquezas”.
Ordene su vida, no sea una carga para su familia ni para la sociedad. Si actualmente no tiene un empleo pida a Dios honestamente para que le supla una fuente de ingreso que le haga a usted ser honroso en el medio que vive. Evite los caminos cortos. Si usted actualmente está empleado, entonces valore lo que tiene, recuerde que el trabajo dignifica al hombre (y a la mujer). Cual sea la situación debemos honrar nuestra fuente de ingresos.
DECLARACION: SI NO TRABAJO, NO COMO.
Oración: Amado Señor, perdóname si no he honrado adecuadamente los medios y talentos que me has dado para producir mis ingresos. Cólmame de un espíritu esforzado y diligente para alcanzar mayores bendiciones en Ti, por Cristo Jesús. Amen.