Todo Tiene Su Tiempo
Eclesiastes 3:1-8 nos deja claro que “Todo tiene su tiempo…“, vs. 1. Hay “…tiempo de edificar; tiempo de llorar, y tiempo de reir; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; …tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar;…tiempo de callar, y tiempo de hablar; tiempo de amar…”
¿Cómo aplicamos esta verdad a nuestras vidas? ¿Cómo la balanciamos en nuestra vida familiar, ministerial y laboral? En nuestro intento de ser ‘super’ mujeres y lograr ‘hacerlo’ todo para todos, ¿hemos llegado a estar afanadas y turbadas? Nos diría nuestro Señor Jesús, como a Marta, “…Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas“? Lucas 10:41. Como dice Eclesiastes 3:9, “¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana?”
Si comenzamos a dar tiempo a reflexionar y meditar, veremos que Dios no nos pide que lo hagamos todo en nuestras vidas. Él dice que “todo tiene su tiempo” pero esto no significa que estamos llamadas a hacerlo todo en todo tiempo. Debemos reflexionar cuáles son las prioridades de Dios en nuestras vidas, qué es lo que Él quiere que hagamos y cuando, y qué no hagamos.
En nuestra vida personal, debemos decidir qué es verdaderamente importante. A eso dediquémosle tiempo. Si tenemos familia, dediquémosle el tiempo necesario y suficiente, no un mínimo tiempo. Ese es nuestro primer ministerio. No permitamos, por ejemplo, que nuestros quehaceres ministeriales se interpongan con el tiempo que debemos dedicarle a nuestra familia.
Similarmente, no permitamos que el tiempo dedicado a nuestra familia se interponga con el tiempo que hemos determinado dedicarle a nuestro Señor en oración. No sacrifiquemos nuestro tiempo de intimidad con nuestro Dios por cualquier otra cosa o quehacer.
Organizémonos y decidamos cuáles son nuestras prioridades. Decidamos qué hacer con nuestro tiempo, y cuando. Administremos bien ese gran tesoso que Dios nos ha dado, el tiempo. ¡Gloria a nuestro Dios que nos da paz al dejarnos saber que Él no nos pide que lo hagamos todo!
Todo tiene su tiempo […] tiempo de amar, y tiempo de aborrecer;
tiempo de guerra, y tiempo de paz. Eclesiastes 3:1-8.