Todos nacemos queriendo hacer una diferencia en nuestra vida. La reflexión que hay que hacer hoy está relacionada con la capacidad para valorar correctamente lo que va a significar realmente hacer una diferencia en esta vida.
En la Biblia, en la carta de Pablo a los Filipenses capítulo 3, versos 7 al 9, dijo lo siguiente, “Pero todo aquello que para mí era valioso, ahora lo considero sin valor por causa de Cristo. Es más, todo lo considero una pérdida comparado con el supremo valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo he perdido todo y lo considero basura, con tal de ganar a Cristo y encontrarme unido a él...” (NBV)
Pablo era un hombre devoto y religioso. Se presentaba cada vez que la iglesia estaba abierta, memorizaba todas las escrituras que podía, obedecía todo lo que sabía obedecer.
Incluso persiguió a cualquiera que no estuviera a la altura de los estándares de Dios. Esa fue su insignia de honor hasta el día en que conoció a Jesús.
En ese encuentro con el Cristo resucitado en el camino a Damasco Pablo aprendió en un instante que ser religioso y tratar de hacer que todos los demás hicieran lo mismo era inútil.
Y es igual hoy, no es en las cosas que hacemos que nos convertiremos en las personas que el Padre quiere que seamos; es conociendo a Jesús de manera íntima y personal que vamos a ser quienes Él nos ha llamado a ser y también para hacer lo que Él nos ha llamado a hacer.
Te pregunto, ¿Está tu vida mostrando el amor de Jesús?; ¿vives bajo principios o por religión?
La verdad es que algo asombroso sucede dentro de ti cuando aprendes lo que Pablo relata en la escritura; es decir, que “en comparación con conocer a Jesús, nada en la tierra se acerca, y con nada se le puede comparar”.
Dios no nos salvó para que fuéramos religiosos; Él nos salvó para que ser adoptados en la familia del Padre y que pudiéramos vivir como Cristo nos enseñó.
Entréguele su vida y todo lo demás al Jesús busque hacer la diferencia en esta vida a la manera de Dios y no a la manera del mundo, le motivo para que ores esto que le comparto.
“Amado Señor, oro para que me muestres las cosas en mi vida que pensé que podía hacer por mi cuenta. Lléname hoy con la gracia que necesito para ser más como Cristo en mi vida. Que mi vida refleje la vida de Jesús en mi familia, en el trabajo y en todo lugar al que vaya. Ayúdame a no enfocarme en los errores de los demás, sino a mostrarme cómo amarlos. Que Tu amor sea el reflejo que yo pueda dar en esta vida, lo creo y declaro en el Nombre de Jesús, Amén”.
Versículo, “Pero todo aquello que para mí era valioso, ahora lo considero sin valor por causa de Cristo. Es más, todo lo considero una pérdida comparado con el supremo valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo he perdido todo y lo considero basura, con tal de ganar a Cristo y encontrarme unido a él...” Filipenses 3:7-9a (NBV)
Buen Dia
Juan C Quintero
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