Reflexiones – Una Vida Desesperante
Tenemos redención por su sangre,
el perdón de pecados según las riquezas de su gracia,
que hizo sobreabundar para con nosotros.
Efesios 1:7-8.
Un joven quiso quitarse la vida, pero fue impedido a tiempo. Luego dijo: «Mi vida no tiene sentido. No hay nadie que se preocupe por mí. Nadie tiene tiempo para mí, nadie me ama. Mi vida no vale nada, puedo acabar con ella».
¡Cuántos piensan así y se hallan en una situación igualmente desesperante! Quisiéramos decirles a todos: ¡Esto no es cierto! Hay Alguien que tiene tiempo para usted y le ama, Alguien para quien usted tiene mucha importancia. Es Dios quien lo creó. A Sus ojos su vida no es una mercancía desechable, sino muy valiosa. Él lo creó como un ejemplar único, por eso usted significa para él mucho más de lo que usted sospecha.
Pero Dios sabe que nosotros, los seres humanos, le hemos dado la espalda y por eso hemos caído en la miseria del pecado. Pecado es todo lo que se hace en desobediencia e independencia de Dios. Lo peor de todo es que por nosotros mismos no hallamos el camino hacia Dios. Nuestra culpa nos separa de él. El abismo es insuperable.
Entonces, ¿hay que desesperarse? No, porque Alguien vino a nosotros de parte de Dios para ayudarnos y conducirnos a Dios. Jesucristo, el Hijo de Dios, fue hecho hombre para ser nuestro Salvador. Él vivió para mostrarnos el amor de Dios y murió en la cruz para rescatarnos. Dio su vida en expiación por nuestra vida. ¡Tal es el valor que tenemos para él! Ahora él quiere que creamos esto para poder perdonarnos y darnos una nueva vida.