Reflexiones – Una Ideas Simplista
Un hombre principal le preguntó, diciendo: Maestro bueno,
¿qué haré para heredar la vida eterna?
Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno?
Ninguno hay bueno, sino sólo Dios.
Lucas 18:18-19.
Ésta consiste en dividir a la humanidad en dos categorías: los buenos y los malos. Los buenos serían la gente honesta. Los malos tendrían una conducta reprobada por la sociedad, al punto de que algunos tendrían que estar detrás de las rejas. Esta clasificación es algo simplista. ¿Cuál es la manera de ver de Dios?
Durante la vida de Jesús en la tierra, cierto día un joven rico se dirigió a él con estas palabras: “¡Maestro bueno!”.
Él también consideraba que formaba parte de los buenos, y quizá pensaba honrar a Jesús incluyéndole en ese grupo.
Para el Señor fue la oportunidad de revelar cuál era la clasificación divina de la humanidad: “Ninguno hay bueno, sino sólo Dios”.
Con esta corta frase Jesús colocó a su interlocutor, así como toda la humanidad, en la categoría de los malos.
Detengámonos en esta afirmación. Si nadie es bueno fuera de Dios, esto quiere decir que «la gente de bien», así como los malhechores, pertenecen todos a la misma clase. La opinión de Dios es la que cuenta, no la nuestra.
En otro lugar la Escritura afirma que no hay justo, “ni aun uno” (Romanos 3:10). Cada uno debe aceptar el veredicto de Dios sobre la humanidad culpable, pero igualmente debe recibir la gracia que envió a Jesucristo para salvarnos. Aún hoy Cristo es presentado como el Salvador, muerto por nuestras faltas y resucitado para que seamos hechos justos.