Reflexiones – Nuestro Porvenir
¡Tierra, tierra, tierra!
oye palabra del Señor. Jeremías 22:29.
En el año 2003 se celebró una junta general de las Naciones Unidas. Muchos países estaban representados por sus jefes de gobierno. Con rebuscada cortesía el presidente de la sesión deseó la bienvenida a cada uno. Luego, cada orador recibió las gracias del presidente y el cortés aplauso de la asamblea.
En los discursos se mencionaban los problemas actuales: el terrorismo, los conflictos regionales, las epidemias, el cambio climático y la pobreza de los países en desarrollo. Muchos oradores se quejaban de que en estos problemas los hechos permanecían muy relegados de las promesas y los acuerdos. Por eso el presidente del pequeño Estado de Andorra (entre Francia y España) terminó su alocución con esta observación: «Tratemos de hacer algo útil con estos largos debates y discursos, a los que aplaudimos con diplomática cortesía, a menudo sin haberlos escuchado siquiera. Para nosotros es demasiado lo que está en juego».
Y en esto tenía razón: cuando se habla del porvenir, se trata de escuchar y obrar. Esto se aplica no sólo al futuro del mundo, sino al eterno porvenir de cada ser humano. Entre Dios y nosotros está el problema del pecado; por eso Dios se dirige a nosotros, y en su Palabra nos muestra el camino de la salvación.
Algunos dan la apariencia de escuchar cortésmente cuando se les indica el divino plan de la salvación y otros hasta manifiestan su admiración por la persona de Jesucristo. Pero se trata de oír y creer realmente a Dios cuando nos habla y nos presenta su salvación en la Biblia, y luego hay que obedecerle.