Reflexiones – Nosotros y los Demás.
(Jesús dijo:) Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón;
y hallaréis descanso para vuestras almas. Mateo 11:29.
Un filósofo ateo del siglo XX dijo esta frase que revela todo sobre el egoísmo humano: «El infierno: son los demás». No, el infierno según la Biblia no son los demás, sino el hacer frente a uno mismo y a los más miserables recuerdos en un eterno alejamiento de Dios.
Es cierto que en esta tierra el contacto con el prójimo a menudo es una fuente de frustraciones, de conflictos interiores e incluso de abiertos antagonismos. Esto se ve en la familia, en la actividad profesional y en todas las esferas de la sociedad. ¿De dónde viene esto? ¿Del cansancio, del estrés, de la ausencia de comunicación? Todas estas razones son verdaderas, pero la Biblia nos enseña que la primera causa es el pecado. Desde la caída de nuestros primeros padres tenemos en nosotros una fuente de mal; es una parte de nosotros mismos que trata de perjudicar.
Esta constatación puede parecer pesimista, pero si tengo conciencia de que soy pecador, entonces me vuelvo hacia Dios. ¡Y qué liberación! Dios da a aquel que cree en Jesucristo una nueva vida, la vida misma de Jesús. Creyentes, si seguimos a Jesús, nuestros contactos con los demás cambiarán de carácter; no sólo no trataremos de imponernos, sino que en nosotros se podrán ver algunos rasgos del carácter de Él: paciencia, bondad, pureza, olvido de sí mismo. El poder para parecernos a Jesús no resultará de nuestras buenas resoluciones, sino de nuestra confianza en Dios quien, por medio de su Espíritu, hará que nos parezcamos cada vez más a Él.