Reflexiones – Menospreciar el Día de las Pequeñeces
¿Y tú buscas para ti grandezas? No las busques.
Jeremías 45:5.
El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel.
Lucas 16:10.
Al evocar la salida de su pueblo del país de Egipto (Éxodo 12:37-51), Dios pudo decir: “Me he acordado de ti, de la fidelidad de tu juventud, del amor de tu desposorio, cuando andabas en pos de mí en el desierto” (Jeremías 2:2). Podía decir lo mismo de la Iglesia naciente, tal como nos es presentada al comienzo del libro de los Hechos. Pero, hoy en día, ¿qué podría decir de su Iglesia? Sin embargo, del lado de Dios no ha cambiado nada.
Fácilmente decimos: Los tiempos ya no son los mismos; estamos en “el día de las pequeñeces” (Zacarías 4:10). Es cierto, pero no busquemos excusas a nuestra falta de amor y apego al Señor. Más bien reconozcamos que no hemos puesto a nuestras puertas “sus cerraduras y sus cerrojos” para protegernos de la invasión del mundo, de su vanidad y de su mentira (Nehemías 3:15). El enemigo lo aprovechó para penetrar en la fortaleza de nuestros corazones. Habría sido necesario combatir, obrar para el Señor, pero hemos bajado los brazos.
No volveremos a los tiempos apostólicos, en los cuales se producían grandes cosas, pero no despreciemos el día de las pequeñeces.
Tomemos a Daniel como ejemplo. Él fue fiel, tanto en lo pequeño como en lo grande. Así se tratara de alimentarse (Daniel 1:8-16) o de orar (6:10), él conocía sólo una ley: fidelidad a su Dios. Y cuando fue llamado a las más altas funciones del reino de Persa, aun sus enemigos se sintieron obligados a dar testimonio de su fidelidad (Daniel 6:4).