Reflexiones – La iluminacion
Cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.
Juan 16:13-14.
Una noche de invierno, a la vuelta de una calle, me hallé frente a un monumento alumbrado. Los proyectores estaban colocados de tal manera que si la mirada se dirigía al edificio bañado de luz, no se notaban. El efecto era espléndido. En medio de la oscuridad reinante, el alumbrado iluminaba la construcción, haciendo resaltar su hermosura y poniendo de relieve cada uno de sus detalles.
De la misma manera el Espíritu Santo es, por así decirlo, ese proyector escondido que nos permite ver la hermosura del Salvador. Él atrae nuestro corazón hacia Jesús. Nos dice: –Mirad a Jesús y contemplad su gloria, escuchadle hablar y recibid su vida, conocedle y probad el don de su gozo y de su paz.
El Espíritu Santo revela y honra a Jesucristo. No halaga al hombre, sino que le muestra que es pecador y lo anima a tener confianza en Dios. Dirige las miradas más allá de la tierra y las eleva hacia el Señor. Pone en evidencia el amor y la justicia de Dios. Le invita a mirar a la cruz de Jesucristo, a su gloria actual y futura en la presencia de Dios. A este Dios, ahora puede conocerle y adorarle como su Padre en Jesús.
El Espíritu Santo no es una sencilla influencia que obra sobre los sentimientos, sino una persona divina, a quien el Señor Jesús envió del cielo a la tierra para hablar de él y dar a conocer todo lo que le concierne.