Reflexiones – Imitaciones fraudulentas
He aborrecido todo camino de mentira.
Salmo 119:104.
Tú amas la verdad en lo íntimo…
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
y renueva un espíritu recto dentro de mí.
Salmo 51:6, 10.
Un día se le preguntó a Picasso quién era, según él, el más grande de los pintores. Sonriendo, contestó: «Rubens, porque durante su vida pintó unos 600 cuadros, de los cuales 2.700 se han conservado». Aun si en el arte las imitaciones son muy numerosas, ningún ámbito se libra de las imitaciones fraudulentas.
En la esfera religiosa también existen imitadores fraudulentos. Hacen alarde de una piedad que no poseen. Tienen “apariencia de piedad”, pero niegan “la eficacia de ella” (2 Timoteo 3:5). Siguen regularmente los oficios religiosos sin que sus corazones se comprometan con Dios. A menudo pronuncian el nombre de Dios, y con gusto usan vocabulario bíblico, pero no obedecen a la Palabra de Dios.
Como a los fariseos antaño, Jesús podría decirles: “Hipócritas… sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos… por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad” (Mateo 23:27-28). ¡Tienen una hermosa apariencia, pero un corazón malo!
Sin embargo, “todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta” (Hebreos 4:13). Jesús dijo: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre” (Mateo 7:21).