Reflexiones Cristianas – La Hora de la Gran Cita
Si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él…
Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados…
y así estaremos siempre con el Señor. 1 Tesalonicenses 4:14, 17.
En una de las tumbas del cementerio de una aldea se puede leer: «A nuestra amada hija. Falleció a la edad de 33 años. Ella está en el cielo y nos espera». Esta inscripción expresa la esperanza que tienen los padres de ir al cielo y hallar allí a su hija, creyente también.
La Palabra de Dios habla de la muerte de los creyentes. Dice que “durmieron” en Jesús y que un día el Señor vendrá para despertarlos, para resucitar su cuerpo, pues su alma ya está “con Cristo” (Filipenses 1:23). Ese día él se llevará a todos los que le pertenecen, es decir, a aquellos que fueron salvados por la fe en su obra en la cruz.
En la primera epístola a los cristianos de Tesalónica (4:13-18) el apóstol Pablo consuela a aquellos que perdieron a un ser querido. Los muertos que hayan creído en el Señor Jesús resucitarán cuando él venga, y junto con todos los creyentes que aún estén vivos en la tierra en ese momento, se irán al encuentro del Señor en un cuerpo glorioso. ¡Cuán consoladora es esta certeza para aquellos que ven morir a uno de sus amados que había puesto su confianza en Jesús!
Todos los creyentes nos apoyamos en las promesas del Señor; oramos por nuestros hijos, nuestros vecinos, nuestros amigos, y por usted, quien lee estas líneas… para que nadie esté ausente en la hora de la gran cita.
“Ahora, hermanos, os encomiendo a Dios y al mensaje de su amor. Él tiene poder para haceros crecer espiritualmente y para daros todo lo que ha prometido a su pueblo santo”
Y te mando a ellos para que les abras los ojos y no anden más en la oscuridad, sino en la luz; para que no sigan bajo el poder de Satanás, sino que sigan a Dios; y para que, creyendo en mí, reciban el perdón de los pecados y una herencia entre el pueblo santo de Dios