Reflexiones – Capitulación o Victoria?
La tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse.
2 Corintios 7:10.
Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
2 Corintios 5:17.
Dios nos interpela muy claramente en su Palabra: “Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones” (Hebreos 3:7-8). Pero uno puede ser tocado por un mensaje del Evangelio y resistir, invocando razones equivocadas. Sin embargo, existe una única declaración de quiebra de la que uno sale enriquecido: caer de rodillas y orar a Dios con todo el corazón. Si dejo mi propio camino para dar un paso hacia él, encuentro a un Dios que me acoge. Su amor me llama y su bondad me lleva a arrepentirme. Dios tiene un proyecto para mí, quiere sacarme de mi indiferencia y de mi egoísmo para llevarme a la paz y a la verdad. ¿Por qué dudar de su amor? Él dio el primer paso; yo debo dar el siguiente por medio de la fe. Él me aguarda.
Dios desea nuestra conversión para liberarnos del caos moral producido por el pecado. Ahora bien, el arrepentimiento es el único camino que nos saca de la confusión y nos conduce a una vida auténtica, llena de paz y seguridad de un Dios que perdona.
Dios no considera el pecado a la ligera, mas perdona a causa del sacrificio de Jesucristo. Hacer el mal, o no hacer el bien, es pecar, y en realidad esto significa ofender a Dios. Porque un precio infinito fue pagado para quitar la ofensa del pecado: Dios entregó a su Hijo unigénito: Jesús murió por nuestras faltas, por eso nos ofrece su gracia. Si la rechazamos, no hay más remedio.