Los automóviles para conducirse necesitan energía y esa energía la consiguen del combustible, que puede ser gas, gasolina, gasoil, gas natural, electricidad, entre otros. Si el vehículo tiene poco combustible, la respuesta que da no es la misma de si tiene una buena cantidad de combustible. Hay momentos en que debemos parar en la vía donde transitemos y detenernos para recargar combustible.
La Palabra de Dios dice en Juan 15:5-6 “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer.Vosotros no me escogisteis a mí, sino que yo os escogí a vosotros, y os designé para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda”. También dice en Mateo 13:18-23 “Vosotros, pues, escuchad la parábola del sembrador. A todo el que oye la palabra del reino y no la entiende, el maligno viene y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es aquel en quien se sembró la semilla junto al camino. Y aquel en quien se sembró la semilla en pedregales, éste es el que oye la palabra y enseguida la recibe con gozo; pero no tiene raíz profunda en sí mismo, sino que sólo es temporal, y cuando por causa de la palabra viene la aflicción o la persecución, enseguida tropieza y cae. Y aquel en quien se sembró la semilla entre espinos, éste es el que oye la palabra, mas las preocupaciones del mundo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se queda sin fruto. Pero aquel en quien se sembró la semilla en tierra buena, éste es el que oye la palabra y la entiende, éste sí da fruto y produce, uno a ciento, otro a sesenta y otro a treinta”.
RECUERDA, ASÍ COMO LOS AUTOMÓVILES NECESITAN COMBUSTIBLE Y RECARGAR ENERGÍA, ASÍ MISMO NOSOTROS NECESITAMOS NUEVAS FUERZAS Y ENERGÍA PARA PODER VIVIR CADA DÍA. ESA FUERZA Y ESA ENERGÍA SOLAMENTE LA OBTENEMOS A TRAVÉS DE CRISTO JESÚS, ACEPTÁNDOLE COMO ÚNICO Y SUFICIENTE SEÑOR, REY Y SALVADOR DE TU VIDA. SOLAMENTE LA OBTENEMOS BUSCANDO A DIOS EN ORACIÓN CADA DÍA. SIN ÉL NADA PODEMOS HACER. ¿YA LO TIENES CONTIGO?
Dios te bendiga,
Luis Manuel Polanco Schott