Ignorar que algo nos afecta no evitará que nos afecte. Esto es especialmente cierto en el caso de las palabras que se expresan sobre alguien o sobre algo.
Las palabras pueden sanar, construir, restaurar o pueden doler, destruir, y dañar.
A veces las personas piensan que maldecir existe solo cuando se invoca a algún demonio, pero el diccionario define a maldecir como “Hablar el mal, expresar un mal deseo hacia una persona, objeto o población”.
Pero ¿Qué se consigue con maldecir?; cada mala palabra, mal deseo que se expresa sobre alguien crea un peso o una carga que le causa limitaciones.
¿Puedes recordar el momento en el que alguien expresó algo negativo sobre ti y la reacción que tuviste, puedes también recordar el tiempo en el que estas palabras quedaron rondando en tu mente?
En algunos casos esas palabras negativas, es decir, esas maldiciones quedan tan arraigadas en el corazón de quien las recibe, que son como poderosas lanzas que se incrustaron en el corazón y que, muchos años después siguen haciendo daño; como ocurre en el caso de las condenaciones que un padre o una madre le hace a sus hijos.
En la Biblia en Efesios 4:29 se nos dice que “No salga de vuestra boca ninguna palabra mala, sino solo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan”. (LBLA)
Si somos conscientes del daño que podemos causar en los demás con las malas palabras, entonces debemos eliminarlas y orar al Espíritu Santo para que nos elimine toda palabra que destruye y que causa dolor a los demás.
Algunas personas esperan recibir lo mejor de los demás, pero eso no va a pasar porque usan con ellos usan palabras que los dañan emocionalmente y que los maldicen.
Por eso es muy importante para todos tener claro lo que nuestro Señor dijo en Mateo 7:12 “Así que, todo lo que quieran que la gente haga con ustedes, eso mismo hagan ustedes con ellos…” (RVC)
Siembra palabras de afirmación, de bendición y de edificación, que muestren el carácter de Cristo en ti.
Busque maneras de alentar a los demás, de estimularlos a hacer buenas. Empieza a usar tu boca para bendecir, porque una palabra oportuna puede impulsar a alguien a superar la tormenta que este enfrentando, contribuye a su sanidad y no a su condenación.
Mi oración para ti es que tus palabras sean, a partir de hoy, las que sirven para sanar, construir y restaurar.
Oremos, “Señor, ayúdame a pronunciar palabras que bendicen y a eliminar toda palabra ofensiva que lleva maldición para los demás. Sana mi corazón para que de mi interior salgan los buenos pensamientos y los mejores deseos para edificar a los demás. Quiero que los demás me bendigan, por lo tanto, comenzaré a ser sujeto de bendición para todos los demás. Lo creo y declaro en el Nombre de Jesús. Amén”
Versículo, “No salga de vuestra boca ninguna palabra mala, sino solo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan”. Efesios 4:29 (LBLA)
Buen Dia
Juan C Quintero
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