TENIENDO MEMORIA DE ÉL
Pastor, Jorge L. Cintrón
“Estos confían en carros, y aquéllos en caballos;
Mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria.”
Salmo 20:7
Me gusta recitar los versos finales del Salmo 20 cuando me acerco a una persona que se encuentra en dificultades.
“Estos confían en carros, y aquéllos en caballos;
Mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria.
Ellos flaquean y caen,
Mas nosotros nos levantamos, y estamos en pie.
Salva, Jehová;
Que el Rey nos oiga en el día que lo invoquemos.”
Casi siempre al finalizar de recitar estos versos una sonrisa se dibuja en el rostro de las personas. Estos versos provocan que surja un sentido de confianza en Dios.
Hay una historia que señala que el 20 de enero de 1945, en un campo de batalla de Alemania, un soldado de las fuerzas de rescate se refugió en una trinchera durante la última contraofensiva alemana. Las bombas y los cañonazos sacudían el ambiente. El humo de la pólvora y el olor a sangre flotaban en el aire. Dentro de la trinchera encontró una Biblia. Estaba abierta en el Salmo 20, y sobre las palabras del salmo había huellas digitales marcadas en sangre sobre los primeros dos versos: “Jehová te oiga en el día de conflicto; el nombre del Dios de Jacob te defienda. Te envíe ayuda desde el santuario, y desde Sion te sostenga.” Sin duda el soldado herido, dueño de la Biblia, había hallado consolación y aliento en esas palabras. El soldado que encontró esa Biblia salió ileso del campo de batalla con ella en mano. De ahí en adelante trató de encontrar a su dueño, pero no lo consiguió. ¿Qué se hizo aquel joven herido? No se sabe. Tal vez haya muerto de sus heridas. Pero en aquella Biblia quedó su sangre con sus huellas digitales claramente impresas. Y las palabras del Salmo 20 quedaron como testimonio del valor moral y espiritual de la Palabra de Dios. Ese salmo dice más adelante: “Estos confían en carros, y aquéllos en caballos; mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria. Ellos flaquean y caen, mas nosotros nos levantamos, y estamos en pie.” En sentido literal estas palabras resultaron ciertas en esa ocasión. Tras esa batalla el ejército de Adolfo Hitler cayó, y las fuerzas aliadas se levantaron y permanecieron en pie.
Muchos estudiosos creen que el Salmo 20 fue una oración para ser utilizada antes que el ejército del Rey David saliera a una batalla.
Podría entenderse como una oración alternada. El sacerdote comenzaría intercediendo por David (vs. 1–5)
“Jehová te oiga en el día de conflicto;
El nombre del Dios de Jacob te defienda.
Te envíe ayuda desde el santuario,
Y desde Sion te sostenga.
Haga memoria de todas tus ofrendas,
Y acepte tu holocausto. Selah
Te dé conforme al deseo de tu corazón,
Y cumpla todo tu consejo.
Nosotros nos alegraremos en tu salvación,
Y alzaremos pendón en el nombre de nuestro Dios;
Conceda Jehová todas tus peticiones.”
David confiadamente expresaría ante esa intercesión: “Ahora conozco que Jehová salva a su ungido; lo oirá desde sus santos cielos con la potencia salvadora de su diestra.”
El pueblo entusiasmado respondería (vs. 7–9)
“Estos confían en carros, y aquéllos en caballos;
Mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria.
Ellos flaquean y caen,
Mas nosotros nos levantamos, y estamos en pie.
Salva, Jehová;
Que el Rey nos oiga en el día que lo invoquemos.”
A través de la oración del Salmo 20 se menciona varias veces a Dios.
Jehová es el Dios que oye en el día de conflicto;
Es el Dios que defiende.
Jehová es el Dios que concede peticiones
Jehová salva a su ungido
El salmo identifica a Dios como el Dios de Jacob.
El patriarca Jacob tuvo en su vida tres (3) experiencias extraordinarias con Dios
Al comenzar a huir de su hermano Esaú tuvo un sueño en Bet–el en el cual vio una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella. Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella. (Génesis 28:10–22) Al finalizar Dios de revelársele a Jacob le señaló: “He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho.”
Al tiempo, cuando Jacob decidió regresar a su tierra, estaba temeroso de la reacción de su hermano Esaú y ángeles de Dios vinieron a su encuentro en Manahaim exclamando Jacob: Campamento de Dios es este (Génesis 32:1,2)
Posteriormente Jacob tuvo la experiencia de luchar en Peniel con un varón de Dios hasta la madrugada. Jacob no dejo ir a aquel varón hasta que no le bendijo. Al finalizar esa experiencia Jacob señalo: “Vi cara a cara a Dios y fue librada mi alma.” (Génesis 32:22–32)
Al identificar el sacerdote, en el Salmo 20, a Dios como el Dios de Jacob estaba trayendo a la memoria de David, su ejército y el pueblo esas memorias extraordinarias de Jacob con Dios.
Las memorias que una persona tenga sobre Dios van a formar en ella las expectativas sobre lo que Dios puede hacer en su vida.
Al interceder el sacerdote por la victoria de David señala: “Haga memoria de todas tus ofrendas, y acepte tu holocausto. Te dé conforme al deseo de tu corazón, y cumpla todo tu consejo.” (Salmo 20:3,4)
La Biblia señala que David era un hombre conforme al corazón de Dios. (1 Samuel13:14)
Aun así David pecó, pero al ser confrontado con su pecado demostró que era un hombre conforme al corazón de Dios. David pecó, pero Dios envió a su siervo Natán a confrontarlo. Ante esa confrontación David reaccionó: “Pequé contra Jehová”.
Muchos estudiosos de La Biblia entienden que el Salmo 51 es la oración de confesión de David al ser confrontado con los pecados que cometió relacionados con Betsabé. Este Salmo muestra como un hombre conforme al corazón de Dios reacciona al ser confrontado con su pecado.
Los primeros tres (3) versos dicen:
“Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia;
Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.
Lávame más y más de mi maldad,
Y límpiame de mi pecado.
Porque yo reconozco mis rebeliones,
Y mi pecado está siempre delante de mí.”
Un hombre conforme al corazón de Dios al ser confrontado con su pecado reconoce su propia responsabilidad
El salmista utiliza en esos tres (3) versos del Salmo 51 siete veces el pronombre mí o mis. Un hombre conforme al corazón de Dios al ser confrontado con su pecado conoce las implicaciones de su pecado.
“Contra ti, contra ti solo he pecado,
Y he hecho lo malo delante de tus ojos;
Para que seas reconocido justo en tu palabra,
Y tenido por puro en tu juicio.” (verso 4)
Reconoce que todo pecado es una ofensa contra Dios.
Un hombre conforme al corazón de Dios al ser confrontado con su pecado acepta que toda restauración que pueda ver es producto de la gracia de Dios, por eso David exclama:
“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
Y renueva un espíritu recto dentro de mí.
No me eches de delante de ti,
Y no quites de mí tu santo Espíritu.
vuélveme el gozo de tu salvación,
Y espíritu noble me sustente.” (versos 10-12)
Un hombre conforme al corazón de Dios al ser confrontado con su pecado renueva su compromiso con Dios:
“Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos,
Y los pecadores se convertirán a ti.
Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación;
Cantará mi lengua tu justicia.
Señor, abre mis labios,
Y publicará mi boca tu alabanza” (versos 13-15)
El hombre que trae la memoria de quien es su Dios desarrolla un corazón conforme al corazón de Dios y su vida es una de adoración completa a Dios.
El salmo 20 es un hermoso salmo. Especialmente me regocijan los versos finales.
“Estos confían en carros, y aquéllos en caballos;
Mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria.
Ellos flaquean y caen,
Mas nosotros nos levantamos, y estamos en pie.
Salva, Jehová;
Que el Rey nos oiga en el día que lo invoquemos.”
Trae a tu memoria continuamente quién es tu Dios. Confía en Él. Ten un corazón conforme a su corazón. Preséntate continuamente en adoración a Él.
“¡Salva, Jehová; que el Rey nos oiga en el día que lo invoquemos!”