“Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra. Jehová de los ejércitos está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob.”
La Biblia presenta a un hombre llamado Job. Lo describe más o menos así: (Job 1:1–3) Era el hombre más rico en la región del este. Tenía siete hijos y tres hijas. Tenía también muchos esclavos a su servicio. Era dueño de siete mil ovejas. Poseía tres mil camellos. Además tenía mil bueyes. Y también poseía quinientas burras.
La Biblia señala que Job tuvo un día de calamidad. Llegó un mensajero y le dijo a Job: «¡Unos bandidos de la región de Sabá nos atacaron y se robaron los animales! Nosotros estábamos arando con los bueyes, mientras los burros se alimentaban por allí cerca. De repente, esos bandidos comenzaron a matar gente, y sólo yo pude escapar para darle la noticia». Perdió los mil (1,000) bueyes, quinientos burros; más unos esclavos. Todavía estaba hablando ese hombre cuando otro mensajero llegó y le dijo a Job: «¡Un rayo acaba de matar a las ovejas y a los pastores! ¡Sólo yo pude escapar para darle la noticia!». Perdió siete mil (7,000) ovejas y a los pastores No terminaba de hablar ese hombre cuando otro mensajero llegó y le dijo: «¡Tres grupos de bandidos de la región de Caldea nos atacaron, mataron a los esclavos, y se llevaron los camellos! ¡Sólo yo pude escapar para darle la noticia!» Perdió tres mil (3,000) camellos y a otros esclavos. Todavía estaba hablando ese hombre cuando un cuarto mensajero llegó y le dijo a Job: «Todos sus hijos estaban celebrando una fiesta en casa de tu hijo mayor. De repente, vino un fuerte viento del desierto y derribó la casa. ¡Todos sus hijos murieron aplastados! ¡Sólo yo pude escapar para darle la noticia!» Murieron sus siete (7) hijos y sus tres (3) hijas. La Biblia señala que posteriormente a todas esas pérdidas se llenó todo el cuerpo de Job con llagas. Por eso, Job fue a sentarse sobre un montón de ceniza, y todo el día se lo pasaba rascándose con una piedra. (Job 2:7,8)
Los que conocen la historia de Job saben porque Job tuvo todas esas pérdidas materiales, porque perdió a sus hijos y porque enfermó tan gravemente.
El prólogo del libro de Job señala que Satanás fue quién provocó toda esa situación. Mas Job no sabía porque estaba en esa condición. Lo único que él sabía era que un día era el hombre más rico en la región del este, que tenía siete hijos y tres hijas, y que estaba sano y saludable; y ahora había perdió sus riquezas, sus hijos e hijas habían muerto y él estaba enfermo.
Muchas personas recuerdan las expresiones finales de Job: “De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza.” (Job 42:5–6) Pero no recuerdan las grandes luchas que paso antes de que sus labios salieran esas expresiones. Esa lucha se ve a través del libro.
“Perezca el día en que yo nací, y la noche en que se dijo: Varón es concebido. Sea aquel día sombrío, y no cuide de él Dios desde arriba, ni claridad sobre él resplandezca.” ( Job 3:3,4)
“¿Por qué no morí yo en la matriz, o expiré al salir del vientre?” (Job 3:11)
“Por tanto, no refrenaré mi boca; hablaré en la angustia de mi espíritu, y me quejaré con la amargura de mi alma.” (Job 7:11)
“Está mi alma hastiada de mi vida; daré libre curso a mi queja, hablaré con amargura de mi alma. Diré a Dios: No me condenes; hazme entender por qué contiendes conmigo.” (Job 10:1,2)
“Hoy también hablaré con amargura; porque es más grave mi llaga que mi gemido. !Quién me diera el saber dónde hallar a Dios! Yo iría hasta su silla. Expondría mi causa delante de él, y llenaría mi boca de argumentos.” (Job 23:2-4)
“Quién me volviese como en los meses pasados, como en los días en que Dios me guardaba, cuando hacía resplandecer sobre mi cabeza su lámpara, a cuya luz yo caminaba en la oscuridad; como fui en los días de mi juventud, cuando el favor de Dios velaba sobre mi tienda; cuando aún estaba conmigo el Omnipotente, y mis hijos alrededor de mí.” (Job 29:2-5)
El escritor del Salmo 46 finaliza su salmo con esta expresión: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra. Jehová de los ejércitos está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob.” (Salmo 46:10–11) Ese salmo es cántico de esperanza en medio de situaciones difíciles.
¿Podría estar Job quieto habiendo perdido sus riquezas, habiendo sus hijos e hijas muerto y estando el gravemente enfermo? ¿Puede una persona ante una adversidad grande permanecer quieto?
El Salmo 46 se divide en tres (3) estrofas que presentan pensamientosde esperanza en medio de situaciones difíciles.
La primera estrofa presenta situaciones difíciles a través de desastres naturales. El salmista señala que aunque esto acontezca no temamos.
La segunda estrofa presenta situaciones difíciles causadas porque la ciudad está cercada de enemigos. El salmista canta: “Dios está en medio de ella; no será conmovida. Dios la ayudará al clarear la mañana. ….. Dio él su voz, se derritió la tierra. Jehová de los ejércitos está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob.” (Salmo 46:5–7)
La tercera estrofa presenta situaciones difíciles de destrucción. El salmista canta ante esa situación: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra. Jehová de los ejércitos está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob.” (Salmo 46:10–11)
¿Cómo puede una persona permanecer con una fe como la del salmista en momentos difíciles? El salmista en el primer verso de su cántico comparte el fundamento de la fe que le sostiene en los momentos difíciles. “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.” (Salmo 46:1) Dios es su amparo, fortaleza y auxilio. Esas tres palabras se refieren a diferentes cuidados que el salmista le atribuye a
Dios.
Es su amparo, su protección. El libro de Salmos también afirma: “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende. Gustad, y ved que es bueno Jehová; dichoso el hombre que confía en él.” (Salmo 34:7,8)
Es su fortaleza, su fuerza interior. Pablo al escribirle a los romanos les señala como lograr fuerza interior: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Romanos 12:2)
Es su auxilio, su refugio. Jesús dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y
aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.” (Mateo 11:28–30)
Job al final de su libro expresa: “De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza.” (Job 42:5–6) El libro de Job presenta que Dios se le apareció a este en el capítulo treinta y ocho (38) Dios en medio de múltiples preguntas que le formula a Job le habla del behemot (Job 40:15–24): “He aquí ahora behemot, el cual hice como a ti.” El behemot, según la mitología oriental, era el segundo animal más grande en tamaño, parecido a un hipopótamo. Dios compara a Job con behemot. Luego describe la fortaleza del behemot. Al final le señala: “He aquí, sale de madre el río, pero él no se inmuta; tranquilo está, aunque todo un Jordán se estrelle contra su boca. ¿Lo tomará alguno cuando está vigilante, y horadará su nariz?”
Dios le está diciendo a Job: “al behemot mientras este quieto y vigilante nadie lo puede cazar” La enseñanza para Job es esta: “el Adversario te está tratando de cazar permanece quieto y vigilante y no te podrán cazar. Yo soy tu Dios. Confía en mí.”
Al enfrentar situaciones difíciles afirma tu fe: Dios es tu amparo, fortaleza y auxilio. Confía en tu Dios y mantente quieto y vigilante. Conoce quien es tu Dios.