CERRADAS Y SELLADAS
Pastor, Jorge L. Cintrón Calzada
Mensaje para ser presentada en el Pabellón de Oración de la Primera Iglesia Bautista de Cayey, Puerto Rico el 2 de febrero de 2025, 7:30pm
Texto Bíblico: Daniel 12:8,9
“Y yo oí, mas no entendí. Y dije: Señor mío, ¿cuál será el fin de estas cosas? El respondió: Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin.” Daniel 12:8,9
Desde la perspectiva de Israel todas las revelaciones del libro de Daniel se resumen en:
- La descripción de la sucesión de cuatro (4) imperios que dominaron sobre Israel: Babilonia, Medo-Persa, Grecia y Roma. Aun así, Dios está en control de la historia y cuidará de Israel.
- Los efectos sobre Israel de las cruentas luchas entre los sucesores de Alejandro Magno.
- La presencia en el territorio de Israel del vil Antioco Epifanes IV.
“En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro. Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua. Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad. Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará. Y yo Daniel miré, y he aquí otros dos que estaban en pie, el uno a este lado del río, y el otro al otro lado del río. Y dijo uno al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río: ¿Cuándo será el fin de estas maravillas? Y oí al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río, el cual alzó su diestra y su siniestra al cielo, y juró por el que vive por los siglos, que será por tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo. Y cuando se acabe la dispersión del poder del pueblo santo, todas estas cosas serán cumplidas. Y yo oí, mas no entendí. Y dije: Señor mío, ¿cuál será el fin de estas cosas? El respondió: Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin”. (Daniel 12:1-9)
Es interesante notar que en la explicación que se le ofrece a Daniel se utiliza la expresión “el tiempo del fin”. Y se menciona la resurrección de “unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua.”
Desde la perspectiva de la iglesia todas las revelaciones son precedentes que preparan para el retorno de Cristo. Las setenta (70) semanas profetizan el ministerio terrenal de Jesús. Ese acercamiento establece que ya se han cumplido las profecías de sesenta y nueve (69) de las semanas. Se afirma que, durante el tiempo de la iglesia, en el tiempo actual, hay un paréntesis profético. Luego de ese paréntesis profético comenzará la última semana, la semana setenta (70). Esa semana será la de la tribulación.
“En el año primero de Darío hijo de Asuero, de la nación de los medos, que vino a ser rey sobre el reino de los caldeos, en el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años. Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza”. (Daniel 9:1-3)
En el año 539AC el Imperio Babilónico cae derrotado por el Imperio Medo-Persa. Darío es el rey de ese imperio. Al haber este cambio político Daniel parece que piensa que el tiempo del cautiverio de Israel puede haber llegado a su fin. Daniel se vuelve a escudriñar una profecía que había sido presentada por Jeremías.
“Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas naciones al rey de Babilonia setenta años. Y cuando sean cumplidos los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y a aquella nación por su maldad, ha dicho Jehová, y a la tierra de los caldeos; y la convertiré en desiertos para siempre.” (Jeremías 25:12,13)
“Porque así dijo Jehová: Cuando en Babilonia se cumplan los setenta años, yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para haceros volver a este lugar.” (Jeremías 29:10)
El cautiverio de Israel duró más o menos setenta (70) años. Comenzó en el año 606AC y finalizo con el decreto de Ciro en el año 538AC.
La revelación que recibió Daniel fue: “Aún estaba hablando y orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante de Jehová mi Dios por el monte santo de mi Dios; aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde. Y me hizo entender, y habló conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento. Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión. Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos. Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.” (Daniel 9:20-27)
El periodo de cautividad no es de setenta (70) años, sino de setenta (70) semanas; esto es cuatrocientos noventa (490) años.
1. Vendrá un Mesías Príncipe. Pasarán sesenta y nueve (69) semanas desde que se dé la orden para la restauración y edificación de Jerusalén y la llegada del Mesías Príncipe.
2. Después de las sesenta y nueve (69) semanas se le quitará la vida al Mesías.
3. Un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario.
4. Un príncipe confirmará un pacto por una semana con muchos.
5. A la mitad de la semana se hará cesar el sacrificio y la ofrenda.
6. El desolador vendrá con la muchedumbre de las abominaciones.
7. Vendrá la consumación, y lo que está determinado se derramará sobre el desolador.
Las setenta (70) semanas se subdividen en tres (3) espacios de tiempo: 1) Siete (7) semanas, 2) Sesenta y dos (62) semanas; y 3) Una (1) semana
Los intérpretes bíblicos no han podido descifrar a que se refiere el espacio de tiempo de siete (7) semanas. Generalmente se toman juntos el espacio de tiempo de siete (7) semanas y el espacio de tiempo de sesenta y dos (62) semanas, convirtiéndolo en un espacio de tiempo de sesenta y nueve (69) semanas o 483 años.
Se ha entendido que este periodo de tiempo de cuatrocientos ochenta y tres (483) años comenzó en el año 457AC cuando Artajerjes del imperio Medo-Persa emitió el decreto para que Nehemías pudiera reedificar a Jerusalén (Nehemías 2)
Cuatrocientos ochenta y tres (483) años o sesenta y nueve (69) semanas después del decreto de Artajerjes en el año 26DC Jesús, el Mesías Príncipe, es bautizado en el Río Jordán por Juan el bautista iniciando su ministerio terrenal. Jesús, el Mesías, finalizará su vida cuando le es quitada la vida en la Cruz del Calvario.
El general romano Tito en el año 70DC conquistó a Jerusalén. La ciudad y su templo fueron destruidos el mismo año de su conquista. Tito era el príncipe que había de venir y que destruiría la ciudad y el santuario
Se afirma que, durante el tiempo de la iglesia, el tiempo actual, hay un paréntesis profético. Luego de ese paréntesis profético comenzará la última semana, la semana setenta (70), que será la semana de La Tribulación. El Anticristo, comenzará a manifestarse y hábilmente pactará con las naciones del mundo; incluyendo Israel. A la mitad de la semana, tres años y medios, el Anticristo entrará en conflicto con Israel. Ese conflicto hará que en Israel cese el sacrificio y la ofrenda. Será tiempo difícil cuando el desolador vendrá con la muchedumbre de las abominaciones. Mas cuando todo eso acontezca Jesús vendrá la consumación, y lo que está determinado se derramará sobre el desolador.
Al final de su libro Daniel le expresa al enviado que le ha venido para explicarle la interpretación de las profecías lo siguiente: “Y yo oí, mas no entendí. Y dije: Señor mío, ¿cuál será el fin de estas cosas?” (Daniel 12:8) Inmediatamente este le responde: “Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin”.: (Daniel 12:9) Aunque Daniel le expresa que no entiende y le pide que le explique el enviado le responde: “estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin”. La respuesta a Daniel es: estas palabras son firmes y se cumplirán: aunque ni aún tú las entenderás.
El libro finaliza con unas palabras de esperanza para Daniel “Y tú irás hasta el fin, y reposarás, y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días.” (Daniel 12:13)
A través de los años varias personas desde diferentes perspectivas han tratado de predecir cuándo será el tiempo del fin. Algunos han tratado de establecer fechas para el retorno de Cristo. Todas esas predicciones han sido fallidas.
La iglesia no debe de estar inquieta por saber la fecha del retorno de Cristo. La iglesia debe vivir confiadamente sabiendo que un día se encontrará con su Salvador y Señor.
Mientras ese momento llega la iglesia debe continuar entusiasmadamente haciendo la tarea que le fue encomendada: “Id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”. (Mateo 28:19-20)