Es necesario que continuamente estemos meditando en la Palabra Divina. Así cuidaremos uno de los campos que el Adversario más desea controlar: nuestra mente. Así nuestro corazón será lleno de sentimientos conforme al corazón de Dios. Las palabras que salgan de nuestros labios serán palabras de bendición. Se pondrá freno para que no caigamos en conductas que desagraden a Dios. La santificación es producto de la gracia divina pero al meditar en la Palabra Divina permitimos que Dios nos coloque en su rueda de alfarero. (Jorge L. Cintrón)