Dios reconozco que soy tan débil e impotente para ser instrumento tuyo. ¡Cuántos defectos tengo! Ayúdame a través de tu Espíritu, que mora en mí, para que pueda realizar bien lo que Tú pongas delante de mí hacer. Restaura continuamente mis capacidades y fuerzas físicas; renuévame emocionalmente. (Jorge L. Cintrón)