El amor de Dios a través de Jesucristo en mi vida hace que yo viva confiado. Soy un hijo de Dios. Él me ha dado tantas promesas hermosas que hacen que mi vida sea una de esperanza continua. Yo espero en Él. Jesucristo está siempre conmigo. El Espíritu Santo me alienta continuamente a continuar mi vida de fe. ¡Un día veré a mi Dios cara a cara¡ (Jorge L. Cintrón)