1Timoteo 1:18
A veces sentimos que no podemos más, que no tenemos las fuerzas para pelear y que no vamos a ganar. Llega un momento en el cual nos vemos en una encrucijada. Salir de ella necesita de mucha valentía y esfuerzo; pensamos si valdrá la pena hacerlo o nos rendimos aceptando lo que hay.
Pablo tuvo un hijo espiritual, Timoteo, el cual enseñó, discipuló, exhortó, guió y cuidó, para que creciera fuerte en el evangelio. Pablo conocía de la lucha espiritual y sabía lo difícil que era para los creyentes mantenerse fieles ante la profesión de fe.
En momentos de angustia y dolor recuerda lo que Pablo le dijo a Timoteo, haciéndole recordar las profecías que le habían sido dadas, a fin de que se apoyara en ellas para pelear la buena batalla de la fe, la cual es buena porque no se pierde sino que se gana.
Pastora Montserrat Bogaert