Algunas veces nos encontramos en la vida como si “nadáramos contra la corriente” y eso ocurre cuando vemos que lo que estamos haciendo es totalmente opuesto a lo que otros están haciendo, y eso puede ocasionar frustración.
La realidad es que los cristianos nadamos en un río que va en contra del pensamiento y los actos del mundo; habitamos en un lugar que no valora, ni respeta a los principios bíblicos; este nadar contra la corriente del mundo es bueno, porque significa que estamos fluyendo en el río de Dios, en sus principios y en el fundamento de la Palabra de Dios.
En el evangelio de Juan, capítulo 7, verso 38, Jesús enseña el poder que existe para el cristiano, y nos dice “El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”.
Creer en Jesús es empezar a nadar en el río de Dios, de dónde brotan ríos de agua viva, que se manifiestan por la acción del Espíritu Santo.
Nadar en el río de Dios es vivir acorde con Su perfecta y santa voluntad, esto implica que actuamos tanto en el tiempo y en el lugar, como en el propósito definido por Él; porque de otra manera estaríamos “nadando en contra del río de Dios”, tal como lo expresa claramente la revelación recibida por el profeta Jeremías, en su libro capítulo 2, verso 13 que dice:
“Dos son los pecados que ha cometido mi pueblo: Me han abandonado a mí, fuente de agua viva, y han cavado sus propias cisternas, cisternas rotas que no retienen agua”.
Con esta poderosa revelación, dos cosas son evidentes, que quien hace su propia voluntad, se aleja del Señor y además está creando su propia fuente de agua, una que está rota.
Nademos en contra de las tendencias, cultura y valores del mundo, pero unámonos al río de Dios, aquel en el que fluyen Su propósito, Sus planes y Sus bendiciones.
Hay un propósito que Dios quiere que cumplas en el lugar en el que estás, porque, aunque no lo veas, no lo percibas, ni lo sientas, estás nadando en el sentido correcto, en el que fluye Su río, “el río de Dios”.
Acércate en oración, no actúes en tus deseos que son cisternas rotas que no retendrán el agua viva. Porque donde Dios fluye hay agua viva para ti y para compartir con los sedientos del espíritu.
Oremos “Señor Jesús gracias por darme vida para que de mi interior brote agua viva. Pero también revélame tu voluntad para que siempre este actuando en tu propósito, quita de mi toda emocionalidad o temor. Deseo estar en el lugar, en el tiempo y en el plan que tienes para mi vida, es decir, fluyendo en tu río, lo pido y declaro en el Nombre de Jesús, Amén”
Versículo, “El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”. Juan 7:38 (RVR1960)
Buen Dia
Juan C Quintero
BuenDiaTodosLosDias.com