Deleitate en el Señor tu Dios! Esta Palabra de Dios es para ti…
«Si se enojan, no pequen.» No dejen que el sol se ponga estando aún enojados, ni den cabida al diablo.
El necio muestra en seguida su enojo,
pero el prudente pasa por alto el insulto.
La respuesta amable calma el enojo,
pero la agresiva echa leña al fuego.
Lo que sale de la persona es lo que la contamina. Porque de adentro, del corazón humano, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, el engaño, el libertinaje, la envidia, la calumnia, la arrogancia y la necedad. Todos estos males vienen de adentro y contaminan a la persona.
El orgullo sólo genera contiendas,
pero la sabiduría está con quienes oyen consejos.
Mis queridos hermanos, tengan presente esto: Todos deben estar listos para escuchar, y ser lentos para hablar y para enojarse.
Santiago 1:19
Honroso es al hombre evitar la contienda,
pero no hay necio que no inicie un pleito.
El odio es motivo de disensiones,
pero el amor cubre todas las faltas.
El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor.
La respuesta suave aplaca la ira,
pero la palabra áspera hace subir el furor.
La blanda respuesta quita la ira;
Mas la palabra áspera hace subir el furor.
Aleja de tu corazón el enojo, y echa fuera de tu ser la maldad, porque confiar en la juventud y en la flor de la vida es un absurdo.
El que es paciente muestra gran discernimiento;
el que es agresivo muestra mucha insensatez.
El necio da rienda suelta a su ira,
pero el sabio sabe dominarla.
No alimentes odios secretos contra tu hermano, sino reprende con franqueza a tu prójimo para que no sufras las consecuencias de su pecado. No seas vengativo con tu prójimo, ni le guardes rencor. Ama a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor.