
Me apego a ti para seguirte
Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió.
Mateo 9:9
El Señor Jesús subió al cielo cuarenta días después de su resurrección. Allí nos prepara un lugar en la casa de Dios, su Padre, a fin de estar con él para siempre. Mientras tanto, nos envía para que seamos sus testigos en el mundo.
Cada día el creyente puede encontrar en Jesús la razón y el ánimo para mostrar su fe a los que le rodean: familia, amigos, compañeros de trabajo… Antes de conocer a Jesús vivía tratando de hacerse un lugar en la sociedad. Hoy desea vivir para Cristo y seguirle lo más cerca posible. ¡Qué cambio radical cuando el amor de Dios, y como consecuencia el de nuestro prójimo, pasa a ser nuestra regla de vida!
Jesús quiere que usted le siga cada día; ahí también pondrá a prueba su fe. Él mismo es el “autor y consumador de la fe” (Hebreos 12:2). Él quiere consolidar su fe, hacer que crezca.
Al mismo tiempo, la Biblia nos advierte: “Como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta” (Santiago 2:26). Experimentará que esas buenas obras que puede cumplir a lo largo de su camino están preparadas de antemano por Dios mismo (Efesios 2:10). Es necesario decirle que seguir y servir a Jesús significa exponerse, al igual que Él, a las burlas, a la incomprensión y al sufrimiento. Él lo advirtió. Pero escuche las últimas palabras que dirigió a sus discípulos antes de ser crucificado: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”. También nos dice: “Nadie os quitará vuestro gozo” (Juan 16:33, 22).
Por: La Buena Semilla.