Los grandes líderes han sido grandes seguidores; aprendieron a buscar el consejo de otros que son más sabios e inteligentes. Los grandes líderes siguen a las autoridades que están por sobre ellos; un jefe, una junta, un grupo de responsabilidad o las leyes del país.
Es común escuchar a personas burlarse de quienes obedecen y son leales; pero lo que no saben es que con esa clase de comentarios se esconde un corazón con envidia y celos.
El más grande líder que ha existido es Jesús de Nazareth, sus enseñanzas han sido motivo de cientos de miles de artículos y libros, si los cristianos queremos ser grandes líderes, necesitamos aprender a ser como Jesús, hacerlo nuestro más grande mentor y aprender de su completa sujeción al Padre Celestial.
Cuando llegó el momento de crear un grupo para empezar la Iglesia, Jesús sabía que necesitaba reclutar líderes, por lo que reclutó a hombres que eran los líderes empresariales de esa época, quienes sabían cómo hacer las cosas, pero cuyas costumbres, egoísmos y ambiciones personales debían ser atenuadas para que pudieran ser verdaderamente confiables.
Estos primeros discípulos descubrieron que la mejor manera de seguir a Jesús era caminando con Él, emulando su vida, aprendiendo de su completa sujeción y obediencia; y comenzaron a aplicar sus sabias enseñanzas. Estos antiguos pescadores no comenzaron siendo grandes líderes, sino que convirtieron en grandes líderes cuando finalmente aprendieron que la grandeza era definida por su servicio.
¡Los grandes discípulos son grandes servidores, que aprenden a servir para luego llevar a otros a tener una vida de servicio!
Es por eso por lo que Jesús les dijo a sus discípulos en Lucas 22:2 “… que el mayor entre ustedes tiene que hacerse como el menor; y el que manda tiene que actuar como el que sirve”. (RVC).
Quien es llamado a ser líder cristiano, aprende primero a estar sujeto a la autoridad, a respetarla y a caminar a su lado. La clave para ver a un potencial líder es conocer qué tan unido(a) está en torno a la visión, la misión y los valores de la organización y/o ministerio.
El segundo aprendizaje es el de la lealtad; puesto que en un mundo marcado por la traición y la envidia, la lealtad es un alto valor que trae poderosas recompensas para ambas partes, tanto para el líder que sabe que tiene el apoyo irrestricto de su seguidor, como para este último quien sabe que está abriendo la brecha para forjar su futuro.
Pero por, sobre todo, el líder aprende a someter su liderazgo al liderazgo del Señor. Es decir, actuar igual que los primeros discípulos, dejando atrás lo que les impide ser grandes líderes. Deja atrás la ambición egoísta y reemplázala por un corazón amoroso que te lleve a hacer crecer el negocio o el ministerio, haciendo todo para la gloria de Dios.
Sujétate, respeta y sé fiel al líder y a su visión, y como servidor en la Iglesia haga lo mismo con su pastor, apóyele irrestrictamente, porque Dios, que todo lo ve; te sabrá recompensar.
Oremos “Señor Jesús, hoy comprendo que debo seguirte como mi modelo de líder. Gracias por mostrarme que debe dejar a un lado las pretensiones egoístas para empezar a servir y a dar a los demás. Te pido que me des la sabiduría para hacerme como el menor y servir con amor y con excelencia a los demás. Lo pido en el Nombre de Jesús, Amén”
Versículo “pero entre ustedes no debe ser así, sino que el mayor entre ustedes tiene que hacerse como el menor; y el que manda tiene que actuar como el que sirve”. Lucas 22:26 (RVC).
Buen Dia
Juan C Quintero
BuenDiaTodosLosDias.com