Levantemos la Cabeza
Enseñaba Jesús en una sinagoga…
y había allí una mujer que desde hacía dieciocho años
tenía espíritu de enfermedad, y andaba encorvada,
y en ninguna manera se podía enderezar.
Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:
Mujer, eres libre de tu enfermedad.
Y puso las manos sobre ella; y ella se enderezó luego,
y glorificaba a Dios. Lucas 13:10-13.
Desde hacía dieciocho años esa mujer estaba encorvada. ¿Qué podía ver? Nada más que sus pies y la tierra sobre la cual andaba. ¡Le era imposible levantar los ojos para mirar al cielo!
Este relato, como todos los del evangelio, tiene una enseñanza llena de símbolos e imágenes. Por experiencia sabemos que ciertas cargas pueden pesar mucho, y es normal que una persona que lleva un bulto sobre la espalda se incline hacia delante para guardar el equilibrio.
Quizás usted sea incapaz de desprenderse de sus preocupaciones cotidianas y se sienta aplastado por ellas. ¿De qué están ocupados sus pensamientos: de sus problemas personales, de preocupaciones familiares o profesionales? Dios le invita a descargarlos ante él y a levantar la cabeza hacia el cielo.
Desde hacía tantos años esa mujer estaba encorvada, pero Jesús la vio y la llamó. La liberó de su enfermedad; entonces ella pudo enderezarse y ver otro horizonte en la vida. Vio a Jesús, su propio entorno y el cielo… ¡Esto la llevó a glorificar a Dios!
Deje que el Señor Jesús hable a lo más profundo de su ser. Si por la fe usted le acepta como su Salvador personal, su vida será enteramente cambiada. Los problemas de esta vida ocuparán su justo lugar y Jesús levantará su mirada hacia las cosas celestiales.