¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre (Jesús)!
Juan 7:46
Estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca.
Lucas 4:22
¿Ha escuchado usted alguna vez a un transeúnte interpelarlo en su trabajo y decirle: “Sígueme”? Seguramente que no. Sin embargo, fue así como Jesús se dirigió a un recaudador de impuestos llamado Mateo.
Es muy probable que usted nunca se haya encontrado con alguien que le haya dicho: “Tus pecados te son perdonados”; sin embargo, fue precisamente lo que Jesús le dijo a un paralítico que era llevado por sus amigos. El Señor Jesús dice a los afligidos: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28).
¡Sí!, las palabras de Jesús son sorprendentes y están llenas de autoridad; sin embargo Jesús también enseñó la humildad y la abnegación. Dio el ejemplo de ello acercándose a los leprosos y lavando los pies de sus discípulos.
Todas sus palabras revelaban implícitamente, pero a veces también explícitamente, su relación única con Dios. Oraba a Dios empleando la palabra aramea “Abba”, el mismo término que emplea un niño para dirigirse a su padre. Enseñó a sus discípulos a orar a Dios como a un Padre, y pudo decir: “Subo a mi Padre y a vuestro Padre” (Juan 20:17).
De este modo muestra a la vez la diferencia y la similitud entre su relación propia con Dios y la que ahora tienen todos los creyentes. Nosotros también podemos decir a Dios: “¡Abba, Padre!” (Romanos 8:15). Él “no se avergüenza” de llamarnos hermanos (Hebreos 2:11), pero sigue siendo el Hijo “unigénito del Padre” (Juan 1:14).
(Continuará)
Isaías 13 – 1 Tesalonicenses 2 – Salmo 40:6-12 – Proverbios 13:4
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