La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
Hebreos 4:12
Como decía un creyente, «la única verdad que molesta es la que nos compromete». En efecto, mientras una verdad no sea más que palabras, nos concierne poco y en general no traspasa la pared de nuestra indiferencia. Sólo es una verdad externa y no quebranta nuestras convicciones.
Sucede todo lo contrario con la verdad que nos presenta la Biblia. Es obvio que Dios no nos comunica sus pensamientos para que los leamos o escuchemos distraídamente. Él desea que éstos hagan un trabajo interior en nuestros corazones y nuestras conciencias. Las verdades contenidas en la Biblia tienen incluso como objetivo comprometer toda nuestra vida. Por ello siempre ha sido tan combatida. Tenemos miedo de la verdad que contiene porque desvela nuestros pensamientos más secretos y pone al descubierto nuestros verdaderos motivos.
Si usted deja penetrar esta luz divina en su ser, experimentará una gran liberación interior. “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo” (Juan 1:9). Si la recibimos en nuestro corazón, produce la vida. Entonces la luz echa fuera las tinieblas, la paz reemplaza al temor y a la amargura. Vivimos una relación verdadera con Dios, un Padre que nos ama, ante el cual ya no tememos reconocer nuestras faltas para recibir un total perdón.
Ser cristiano no significa adherirse intelectualmente a las verdades cristianas, es más bien el resultado de un trabajo interior de corazón y de conciencia que nos conduce a una relación viva con Dios.
Nehemías 10 – Juan 11:17-37 – Salmo 119:33-40 – Proverbios 26:3-4
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