La Omnipresencia de Dios
¿Soy yo Dios de cerca solamente, dice el Señor, y no Dios desde muy lejos?
¿Se ocultará alguno, dice el Señor, en escondrijos que yo no lo vea?
¿No lleno yo, dice el Señor, el cielo y la tierra?
Jeremías 23:23-24.
Evidentemente, nadie puede estar en dos lugares diferentes al mismo tiempo, pero Dios no sólo puede hacerlo, sino que es omnipresente, es decir, está en todas partes. Por su naturaleza Dios es inconcebible e inalcanzable para sus criaturas, porque “Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra” (Eclesiastés 5:2). Sin embargo, al mismo tiempo está muy cerca de nosotros, “porque en él vivimos, y nos movemos, y somos” (Hechos 17:28). Este misterio supera las leyes de la naturaleza y es incomprensible para la mente humana, pero la fe lo acepta. Todo creyente sabe, por medio de las Escrituras, que Dios está cercano “a todos los que le invocan de veras” (Salmo 145:18).
En la persona de Jesucristo, Dios mismo estaba presente en la tierra para traer a la humanidad las Buenas Nuevas de salvación. Y hoy, el Señor Jesús nos asegura: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20).
Para todos los que creemos en él, es un aliento saber que el Señor está cerca de nosotros y comparte nuestras circunstancias más difíciles y duras, e igualmente se regocija con nosotros cuando todo va bien. ¡Qué paz nos da esta seguridad! Pero saber que tenemos una persona de la Deidad tan cerca de nosotros exige que la reverenciemos.