Hay una gran diferencia entre deseo y realidad, los deseos comúnmente son los anhelos del corazón del ser humano, pero la realidad son los hechos ya realizados que pasan a ser historia.
Tener sueños no es malo, al contrario, creo que es una forma de imaginarnos el futuro, pero
¿Qué clase de sueños tienes?; y no hago la pregunta refiriéndome al tamaño de los sueños, sino a la fuente.
Si tus sueños vienen por ejemplo de pensamientos egoístas, entonces tus sueños te van a consumir, porque solo buscan satisfacer un deseo personal que se convertirá en algo insaciable.
Pero el creyente debe aprender a “soñar los sueños de Dios”, es decir, que cada vez que tenga una idea, un proyecto o una visión a realizar le ores al Señor así, “Señor, que no se haga mi voluntad, sino la tuya”.
Cuando le entregas los resultados de los sueños a Dios, será Él el responsable del resultado final.
Por lo tanto, si una puerta se cierra, no debes tener temor, simplemente la dejas que se cierre. Si lo que tu planeas no funciona, confías, porque sabes que Dios tiene algo que es mejor.
Cuando le entregas tus sueños al Señor dejas de preocuparte por los tiempos, porque lo que Dios quiere se hará en Su tiempo que es, además el tiempo perfecto.
La realidad es que cuando una persona se obsesiona con algo y ese algo no lo consigue se desespera, se desanima o simplemente desiste, pero cuando una persona le entrega ese algo al Señor, descansa, porque sabe que todo lo que viene de Él es bueno… ¡Es así, de simple!
Por lo tanto, no te amargues si has pasado por una decepción; no trates de comprender el por qué las cosas no funcionan, renuncia a la amargura, renuncia a querer comprenderlo todo, renuncia a buscar culpables cuando algo no sale como lo planeaste.
Creo que este mensaje te llega hoy con el propósito de abrir tu mente y de tocar tu corazón para que tomes decisiones, para que recibas la revelación de que hoy mismo, Dios está obrando en tu vida.
Por lo tanto, no sufras, no te desanimes, entrégale a Él tu voluntad, tal y como lo hizo Jesús en el jardín de Getsemaní, en el que pidió que no se hiciera su voluntad personal, sino la del Padre Celestial; ¡humíllate ante Él y verás como Él te llevara a otro nivel!.
Versículo, “…pero no se cumpla mi voluntad, sino la tuya”. Lucas 22:42 (NVI)
Buen Dia
Juan C Quintero
BuenDiaTodosLosDias.com