El que guarda su boca guarda su alma; mas el que mucho abre sus labios tendrá calamidad.
Proverbios 13:3
De la abundancia del corazón habla la boca.
Mateo 12:34
Aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Señor, tú la sabes toda.
Salmo 139:4
Mediante las interceptaciones telefónicas, según las decisiones de un juez, el presunto autor de un crimen o de un grave delito puede ser escuchado y seguido por la policía. Este avance técnico tiene como objetivo descubrir la verdad.
¿Sabe que hay alguien que escucha continuamente nuestras conversaciones? En efecto, Dios sabe todo lo que decimos. Conoce todos nuestros pensamientos, nuestras intenciones y acciones. Jesús declaró a sus discípulos: “Nada hay encubierto, que no haya de descubrirse; ni oculto, que no haya de saberse… Todo lo que habéis dicho en tinieblas, a la luz se oirá” (Lucas 12:2-3).
Es un pensamiento solemne, impresionante, y que incluso podría ser desesperante para aquellos que rechazan el Evangelio. Por nosotros mismos no podemos borrar ningún rastro de nuestros pecados. Solo Dios puede hacerlo si vamos a él confesando nuestra culpabilidad y aceptando a su Hijo Jesucristo como nuestro Salvador.
En algunos hogares cristianos se puede ver un cuadro con esta inscripción: «Cristo es el Jefe de esta casa. Es el Huésped invisible en cada comida, el Oyente silencioso de cada conversación». ¡Así es! Dios escucha nuestras conversaciones e incluso nuestros silenciosos suspiros. ¡Que este pensamiento nos anime a mantenernos cerca de él y conscientes de Su presencia!
Jeremías 6 – Lucas 13:1-17 – Salmo 89:46-52 – Proverbios 20:20-21
© Editorial La Buena Semilla