Le dijeron: ¿Tú quién eres? Entonces Jesús les dijo: Lo que desde el principio os he dicho.
Juan 8:25

Todos los ingleses conocen el célebre Hyde Park, auténtico pulmón verde de Londres. Uno de los lugares más originales de ese parque es el llamado «Speakers’ Corner», el rincón de los oradores. Allí, sin tabúes ni censuras, cualquier persona puede expresar sus opiniones o puntos de vista.

En cierta ocasión la gente se agrupó allí alrededor de un ateo. Subido en un taburete, hablaba de Jesucristo. Decía que Jesús había muerto, pero que nunca había resucitado. ¿Por qué se expresaba con tanta vehemencia?

Más lejos, a unos quince metros de distancia, un grupo de jóvenes interpelaba a los transeúntes sobre la misma persona. Afirmaban que Jesús es el Hijo de Dios, que dio su vida por ellos y que era su Salvador viviente. El gozo se reflejaba en sus rostros. De vez en cuando cantaban un coro de alabanzas a Dios.

Los caminantes proseguían su camino… En pocos minutos habían escuchado dos discursos diametralmente opuestos. ¿Quién es Jesucristo? Son ellos quienes ahora deben responder esta pregunta. La respuesta que cada uno dé condicionará su vida presente y su futuro eterno. “Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9). “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Juan 3:36).