(Jesús dijo a los fariseos:) El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros.
Lucas 17:20-21
Preciso es que él reine.
1 Corintios 15:25
A lo largo de la historia de la humanidad, muchos han tratado de construir reinos o imperios marcados por una justicia y una paz duraderas. Pero todos esos intentos han fracasado. Sin embargo llegará un día en que el Hijo de Dios, Jesucristo, establecerá un reino de paz en todo el mundo.
Como Creador, él tiene todo el derecho a reinar. Cuando Jesucristo vino a la tierra, ese reino estaba ahí, manifestado por su presencia, siendo él el Rey. Pero los hombres se unieron contra él y lo crucificaron. Por ello hoy en día el reino de Dios aún no es visible de manera evidente para todos. Pero existe, y está formado por todos los que creen en Jesucristo. Entramos en él a través del nuevo nacimiento (Juan 3:5), es decir, mediante esa misteriosa transformación que el Espíritu Santo opera en el corazón de aquel que se arrepiente y acepta la gracia. Como los siervos fieles a un rey que está momentáneamente ausente, los cristianos se esfuerzan en servir a su Señor, compartiendo su rechazo.
Pero las cosas no se quedarán ahí, pues en una fecha que solo Dios conoce, los creyentes serán llevados al cielo. Luego, después de haber purificado la tierra mediante una serie de terribles juicios, Dios establecerá públicamente su reino; todos aceptarán al Rey; será un período de prosperidad sin precedentes. Por último, después de mil años, llegará el fin del universo actual y la creación de “cielos nuevos y tierra nueva” (2 Pedro 3:13). Cristo entregará el reino “al Dios y Padre”, y Dios será “todo en todos” (1 Corintios 15:24, 28).
Josué 13 – Hebreos 12:12-29 – Salmo 132:13-18 – Proverbios 28:15-16
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