como un granito de arena delante de Dios,
Él nos ve a cada uno personalmente y
tiene cuidado de nosotros.
Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí,
y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de
la desesperación, del lodo cenagoso;
puso mis pies sobre peña, y
enderezó mis pasos.
Salmo 40:1-2