Cuando sintamos que el temor y la aflicción asechen y que Dios
nos ha abandonado, arrodillémonos delante de Él y expresemos
con toda sinceridad nuestros sentimientos. Entonces, Nuestro
amado Señor hablara a nuestro corazón diciendo:
“Yo nunca me he olvidado de ti” y sentiremos
Su presencia a Nuestro lado.
Aunque mi padre y mi madre me dejaran,
con todo, Jehová me recogerá.
Salmo 27:10