A veces las circunstancias de la vida nos abruman con
frustraciones, sufrimientos, temores, luchas en las
relaciones, dudas. La lista es interminable. Al enfrentarnos
con éstas, debemos darle gracias a Dios porque hemos hallado
amistades que nos han ayudado a compartir las cargas y
aliviar la desesperación. El saber que alguien se preocupa
por nosotros y que está orando por nosotros nos
ayuda a enfrentar lo peor. Pero lo más importante que
debemos tener presente es que Jesus siempre
está a nuestros lado para extendernos las mano.
Mejor son dos que uno, pues reciben mejor paga
por su trabajo. Porque si caen, el uno levantará a su
compañero; pero ¡ay del que está solo! Cuando
caiga no habrá otro, que lo levante.
Eclesiastés 4:9-10