Cuando creemos que no tenemos fuerzas,
que ya nada tiene remedio; confiemos en el
dador de la vida. Él está obrando!
Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas,
en cuyo corazón están tus caminos. Atravesando el
valle de lágrimas lo cambian en fuentes, cuando la
lluvia llena los estanques; Irán de poder
en poder y verán a Dios.
Salmo 84: 5-7