Lucas 1:26-27, 30-35
Cuando María recibió la maravillosa noticia que sería la madre del Salvador, no dudó, sino que hizo una pregunta racional: “¿Cómo será esto? pues no conozco varón” (Lucas 1:34). Lucas precisa que el ángel fue enviado a una virgen desposada. Esos jóvenes, en obediencia a Dios, no tenían relaciones sexuales antes del matrimonio.
Mateo también testifica la virginidad de la madre de Jesucristo: “Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo” (Mateo 1:18).
Probablemente José pensaba que había sido engañado. Siendo un hombre justo, quiso romper el compromiso, pero amaba a María y “no quería infamarla”, por eso decidió “dejarla secretamente”. No actuó precipitadamente: “Pensando él en esto… un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José… no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es” (Mateo 1:19-20).
El texto precisa que, incluso en esta nueva situación, José respetó a María y a la santa persona escondida en ella: “Recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito” (Mateo 1:24-25).
El Señor Jesús no solo fue concebido en el seno de una virgen, sino que nació de una virgen. “He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros” (Mateo 1:23).
Jueces 14 – Apocalipsis 16 – Salmo 146:1-7 – Proverbios 30:18-20
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