Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará.
1 Tesalonicenses 5:23-24
Algunos ancianos tienen un rostro hermoso. Aunque esté cubierto de arrugas, refleja una belleza interior. Igualmente, cuando nos encontramos con una persona llena de bondad, generosidad, abnegación hacia los demás, capaz de perdonar, vemos que su rostro, por poco agraciado que sea, refleja una bondad luminosa. Esta belleza nos atrae porque ese rostro irradia el gozo y la serenidad, aunque puede estar empañado por el sufrimiento físico o moral.
