Desde que nacemos tenemos rasgos físicos de nuestros padres naturales; el color de los ojos, el tono de la piel, el perfil de la cara, o tal vez alguna marca de nacimiento, etc.
Cuando crecemos compartiendo con nuestra familia natural adquirimos hábitos y costumbres que nuestros padres traen como herencia y que nos las trasladan durante nuestra niñez.
Pero cuando somos adultos tenemos la capacidad, el poder de tomar decisiones que cambien cosas que no son correctas ante los ojos de Dios, es así como en Jesucristo somos hechos hijos de Dios por adopción.
Cuando somos renovados en Cristo, la historia de nuestra familia adquiere un significado completamente nuevo. Nuestra adopción significa que, contrariamente a los rasgos faciales que nos conectan con nuestras madres y padres, reconocemos que fuimos creados a imagen de Dios y elegidos, llamados, justificados y glorificados como familia en un cuerpo de creyentes.
Cuando el reflejo de la forma de vida de tu familia no está en línea con la “imagen ideal” de familia que circula nuestra cultura es fácil distraerse queriendo parecerse o aparentar para ser como la sociedad lo exige, lo cual crea una falsa identidad en la familia.
Sin embargo, la adopción que recibimos en Cristo nos hace buscar valores diferentes, aquellos que están en línea con la Palabra de Dios, aparece la esperanza, de tal forma que no importa cuán oscuras y terribles hayan sido las circunstancias en tu pasado, o las que estés viviendo hoy en día, sabes que tienes un futuro seguro en la redención que has recibido en Jesús.
En la Biblia, en la segunda carta a los Corintios, capítulo 3, verso 18, dice así, “Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu”. (NVI)
Así que la próxima vez que te mires al espejo, no solo te fijes en tus rasgos naturales, no veas solo la herencia natural en tu rostro, sino que mira mas profundamente en tu interior para que puedas ver, tal y como lo expresa el versículo, la semejanza de la Gloria de Dios transformando tu vida.
Con esta verdad en mente, te invito para que afirmes esta verdad, que eres un reflejo de Dios, sabiendo que fuiste creado(a) a imagen de Tu Padre celestial, quien te ha hecho nuevamente, quien te adoptó como hijo o hija en Cristo, Jesús.
Oremos “Amado Señor, cuando me sienta distraído o disuadido por la oscuridad de las cosas de mi pasado, ayúdame a recordar que Tú eres el Dios de redención y transformación, y me has dado un nombre nuevo. Que cuando me mire en el espejo, pueda verme a mí mismo y a mi historia como Tú la ves, y permíteme regocijarme en Ti, lo creo y declaro en el Nombre de Jesús, Amén”.
Versículo “Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu”. 2 Corintios 3:18 (NVI)
Buen Dia
Juan C Quintero
BuenDiaTodosLosDias.com