Es común ver como las personas, cuando algo que necesitan esta fuera de su alcance o del de las personas que conocen, buscan ayuda sobrenatural.
David, el rey que al principio de su vida fue cuidador de ovejas, se hizo una pregunta, que está escrita en el Salmo 121, él se preguntó: “¿De dónde vendrá mi socorro?”; y en el verso 2, él mismo se respondió, cuando dijo “Mi socorro viene del Señor, creador del cielo y de la tierra”. (RVC). David sabía que Dios es Todopoderoso.
Igualmente ocurrió, cuando el Señor le reveló a Isaías detalles sobre el nacimiento de Jesús; y creo que lo hizo porque quería que todos supieran que el Salvador que vendría sería “Dios Poderoso”.
Pero ¿qué significa esta declaración profética para nosotros hoy en día?; Significa que cuando Jesús mora en ti, cuando lo has recibido como tu Señor y Salvador, entonces el poder de Dios está en ti.
El mismo poder sobrenatural que hizo que Jesús naciera del vientre de una virgen, el mismo poder sobrenatural que resucitó a Jesús de entre los muertos, que nos salvó a ti y a mí, es el mismo poder sobrenatural que vive dentro de nosotros. El Espíritu Santo de Dios, aquel que fue declarado por Jesús como el ayudador, el consejo, ese poder de Dios que se activó por medio de Jesús está en ti hoy.
Por lo tanto, si estás viviendo una vida derrotada, victimizada, una vida sin propósito, vacía, sin fe, una vida desprovista de poder sobrenatural, entonces estás negando el poder de Dios.
Jesús es el “poderoso Dios” aquel que el profeta declaró que sería el Mesías hace miles de años; quien es el mismo “ayer, hoy y por los siglos”; es Jesús, quien te invita a buscarlo, para que en esta navidad te conectes con El, porque es el dador de la vida. Te motiva para que ese poder no sea solo una revelación escrita, sino un poder activo en ti, Él quiere que lo conozcas personalmente y que experimentes su infinito amor, su ilimitada misericordia y su poder inimaginable.
Oremos, “Señor, reconozco que eres “poderoso Dios”; clamo para que tu poder se active en mí, quiero vivir la manifestación de tu poder, conociéndote más íntimamente y permitiendo que la obra de tu Santo Espíritu obre para bien en mi vida; lo pido en el precioso nombre de Jesús. Amén”.
Versículo “Elevo mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro?. Mi socorro viene del Señor, creador del cielo y de la tierra”. Salmos 121:1-2 (RVC).
Buen Día
Juan C Quintero
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