“ Si a alguno de vosotros le falta sabiduría, pídala a Dios y él se la dará; pues Dios da a todos, sin limitaciones y sin hacer reproches. Pero tiene que pedir con fe, sin dudar nada, porque el que duda es como las olas del mar, que el viento lleva de un lado a otro. Quien es así no crea que va a recibir nada del Señor, porque el que hoy piensa una cosa y mañana otra no es constante en su conducta.”
Santiago 1:5-8
La duda es la cizaña que puede crecer dentro de nosotros si no decidimos creerle a Dios por encima de las circunstancias. Creerle a Dios es caminar con los ojos cerrados; es decir que Él lo hará aun cuando todas las posibilidades son contrarias; es insistir en que Dios obrará aun cuando el médico dice que no hay solución.
Echa fuera de ti la duda declarando que Dios comienza cuando las posibilidades de los hombres terminan. Dios tiene el poder para hacer todo; pero si hay duda en nuestro corazón nunca veremos Su gloria. Dios se mueve a nuestro favor cuando se agrada de nosotros, y la única forma de agradar a Dios es teniendo fe y la fe es contraria a la duda.
Hoy tú decides: ¿Creer o dudar?