Servir y vivir van de la mano; son como un matrimonio que debe mantenerse unido sin separarse. Pero lamentablemente muchas personas escuchan la palabra “servir”, y sienten que no tienen las cualidades o el conocimiento necesario para realizarlo. Si este es tu caso, a tí te digo “Dios nos ha dado dones a cada uno con el propósito de servirle a Él y en beneficio de los demás”.
Al enemigo le gustaría que creyéramos lo contrario; que quien quiere servir se sienta inferior al compararse con otros servidores… aunque la realidad es lo opuesto; cada persona es única, tiene talentos, capacidades y maneras de actuar que son particulares.
Por tanto, la capacidad el talento y todo lo que se requiere para servir no dependen de que se esté completamente listos; sino de quién es el que respalda el servicio. El Espíritu Santo nos ha dado dones para un trabajo específico en el reino de Dios; y la Palabra de Dios lo compara con un cuerpo humano. Cada persona tiene dones; capacidades y funciones que hacen que todo el sistema de servicio en la Iglesia funcione bien; imaginemos por un momento que el pie quiera ser ojo, ¿Cómo pudiera caminar?; o si el oído quisiera ser una mano; ¿Cómo podríamos escuchar bien?… ¡no!; cada uno en su función específica.
Cada parte es muy importante, a pesar de que algunas no son tan perceptibles como otras; en la vida de servicio es igual “cada persona es importante y necesaria”.
Además, quienes a veces piensan que no están lo suficientemente preparadas son las personas que tienen las más grandes oportunidades, porque muy probablemente no están guiadas por el orgullo y el egoísmo… aunque deberán vencer por sobre el temor.
No hay límites al servicio en la Obra de Dios, todos tenemos un espacio y una oportunidad para servir y dar en beneficio de los demás; todo para la gloria y honra de nuestro Señor Jesús.
Versículo “Nunca dejen de ser diligentes; antes bien, sirvan al Señor con el fervor que da el Espíritu”. Romanos 12:11 (NVI)
Buen Dia
Juan C Quintero
www.buendiatodoslosdias.com