Los grandes líderes han sido grandes seguidores; aprendieron a buscar el consejo de otros que son más sabios e inteligentes. Los grandes líderes siguen a las autoridades que están por sobre ellos; un jefe, una junta, un grupo de responsabilidad o las leyes del país.
Es común escuchar a personas burlarse de quienes obedecen y son leales; pero lo que no saben es que con esa clase de comentarios se esconde un corazón lleno de envidia y de celos.
Los grandes líderes aprenden a ser como Jesús, lo hacen su mas grande mentor y aprenden de su completa sujeción al Padre Celestial.
Cuando llegó el momento de crear un grupo para empezar la Iglesia, Jesús sabía que necesitaba reclutar líderes, por lo que reclutó a hombres que eran los líderes empresariales de esa época, quienes sabían cómo hacer las cosas, pero cuyo celo y ambición debían ser atenuados por la confianza y entrega total al Señor. Estos primeros discípulos descubrieron que la mejor manera de seguir a Jesús era caminando con Él, emulando su vida, aprendiendo de su completa sujeción y obediencia; y luego aplicar sus sabias enseñanzas. Estos antiguos pescadores no comenzaron como grandes líderes, pero se convirtieron en grandes líderes cuando finalmente aprendieron que la grandeza era definida por su servicio.
¡Los grandes seguidores son grandes sirvientes, que aprenden a servir para luego liderar a otros a tener una vida de servicio!
Es por eso que Jesús les enseñó que “pero entre ustedes no debe ser así, sino que el mayor entre ustedes tiene que hacerse como el menor; y el que manda tiene que actuar como el que sirve”. (Lucas 22:26, RVC).
Quien es llamado a ser líder, aprende a estar sujeto a la autoridad, a respetarla y a caminar a su lado. La clave para ver a un potencial líder es conocer qué tan unido(a) está en torno a la visión, la misión y los valores de la organización y/o ministerio; el segundo aprendizaje se llama lealtad; puesto que en un mundo marcado por la traición y la venganza, la lealtad es una alto valor que trae poderosas recompensas para ambas partes, tanto para el líder que sabe que tiene el apoyo irrestricto de su seguidor, como para este último quien sabe que está abriendo la brecha para forjar su futuro.
Pero por, sobre todo, el líder aprende a someter su liderazgo al liderazgo del Señor. Al igual que los discípulos, deja atrás lo que le impide ser un gran líder. Deja atrás la ambición egoísta y la reemplaza con un corazón amoroso que le lleva a hacer crecer el negocio o el ministerio para la gloria de Dios.
Sujétate, respeta y sé fiel al líder y a su visión, y como servidor en la Iglesia haga lo mismo con su pastor, apóyele irrestrictamente, porque Dios, que todo lo ve; te sabrá recompensar.
Versículo ““pero entre ustedes no debe ser así, sino que el mayor entre ustedes tiene que hacerse como el menor; y el que manda tiene que actuar como el que sirve”. Lucas 22:26 (RVC).
Buen Dia
Juan C Quintero