Si pensamos detenidamente, los seres humanos somos gestores de puertas; y no me refiero a ser carpinteros o constructores de viviendas, sino que hago referencia a las puertas que se nos presentan en la vida y por las que decidimos entrar o no entrar.
Hay puertas que conducen a lugares de bien y otras que conducen al abismo, la decisión es nuestra.
Dios quiere bendecirte abriendo delante de ti una puerta grande que te llevará por el sendero del bien, ya sea para tu fortalecer o darle propósito a tu existencia, para bendecir tu familia, para que mejores tu trabajo o para que tengas unas finanzas consolidadas.
Pero necesitamos tener claro que aunque la puerta haya sido abierta por el Señor, entrar allí requiere compromiso, dedicación, y fe.
Quizás por esto sea que muchas personas creen que la puerta abierta no proviene de parte de Él, y desperdician así las oportunidades de progreso para sus vidas.
Cuanto más grande y de bendición sea la puerta que el Señor te abra, mayores serán los retos que se te presentarán.
Quiero dejar en esta este mensaje de hoy una corta reflexión al respecto.
Existen dos tipos de retos y obstáculos; los externos y los internos. Sobre los primeros, no hay mucho que podamos hacer, pero sobre los segundos es nuestra responsabilidad vencerlos. Los obstáculos externos pueden ser personas que no nos quieren, que nos envidian, que nos desean el mal, a los cuales debemos bendecir y dejarlos en las manos de Dios.
Ahora, los obstáculos internos, aquellos que necesitamos vencer son, entre otros
La falta de fe, la carencia de disciplina, la falta de discernimiento, la limitada preparación, la inconstancia, el egoísmo, la falta de generosidad, entre muchos otros.
Frente a estos retos internos sí tenemos la responsabilidad personal de superarlos y vencerlos porque están en nosotros. Todos ellos pueden ser superados con la ayuda de Dios, quien nos fortalece para apaciguarlos o incluso para eliminarlos de nuestra vida.
Gestionar una puerta es saber decidir que cuando el Señor abra una puerta vamos a ser diligentes, es decir, vamos a ingresar por ella sabiendo que, aunque vendrán luchas, dificultades y aunque se levanten adversarios poderosos, el Señor que abrió la puerta, es también el mismo que nos está protegiendo. El sabe que con estas oportunidades se fortalecerá nuestro carácter y se adquirirá la experiencia necesaria para avanzar al siguiente nivel en nuestra vida.
Es de gran bendición que cuando una puerta grande se abre nos obliguemos nosotros mismos también a ser más grandes y mejores personas, que podamos crecer en todas las áreas que son débiles; es por eso que hoy, en lugar de eludir los desafíos que se nos presentan, más bien, siendo gestores de la bendición de Dios, escojamos la puerta angosta, aquella que con el esfuerzo y la ayuda celestial nos hará ser grandes y altamente bendecidos.
Oremos: “Señor, gracias por las puertas de bendición que abres para mi, decido pasar por ellas sabiendo que estarás conmigo en el camino que sigue cuando la cruce, lo creo y declaro en el nombre de Jesús, Amén”
Versículo “porque las puertas se me han abierto de par en par para el trabajo, a pesar de que muchos están en contra mía.” 1 Corintios 16.9(DHH).
Buen Dia – Gestores de puertas
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