Quietud es un estado de reposo y descanso, en el que no hay más tensión ni preocupación.
En las diferentes culturas se crean mecanismos para tratar de aquietar el alma; pero estas solo operan temporalmente.
Pero Dios quiere darle a Su pueblo una paz que tiene su raíz en el Espíritu Santo, por lo tanto, es una paz que no es temporal, sino permanente. Cuando le entregamos nuestra vida a Jesús empieza el proceso de transformación de la vieja mentalidad a la nueva, de la antigua forma de vivir a la nueva.
Y un fruto espiritual muy poderoso y altamente necesario en estos tiempos es el de la paz. Quiero decir que la paz a la que hace referencia la Palabra de Dios no es la ausencia de problemas o de dificultades en el mundo, sino que se refiere a un estado interior en el que el Espíritu Santo equipa al espíritu del cristiano a vivir con una calma que los no creyentes jamás la podrán entender.
Jesús dijo “La paz les dejo, mi paz les doy; yo no la doy como el mundo la da. No dejen que su corazón se turbe y tenga miedo”. (Juan 14:27 – RVC)
Es muy difícil -por no decir imposible, tomar la decisión correcta en medio de la angustia y del desespero; pero con la paz de Cristo, la respuesta será la correcta.
De la quietud emocional surge la confianza; puesto que, sin los pensamientos angustiantes, sin la presión de la decisión y con la mente puesta en el Señor, se podrá decidir bien y equivocarse menos.
Cuando pensamos con serenidad hay una fuerza interior que nos permite avanzar y no estancarnos, buscar soluciones y no quedarnos en el temor, ni en la dificultad.
Confía en el Señor, pídele que te llene de Su Santo Espíritu para que puedas experimentar la paz de Cristo, la que sobrepasa el entendimiento humano.
Oro para que logres la quietud, el descanso y la paz que Dios quiere darle a tu vida.
Versículo “Porque así dice el Señor omnipotente, el Santo de Israel: «En el arrepentimiento y la calma está su salvación, en la serenidad y la confianza está su fuerza…” Isaías 30:15 (NVI)
Buen Dia
Juan C Quintero