Muchos planes se han tirado por la borda porque quienes los proponen no han sido consistentes y perseverantes.
Y es que la perseverancia es una virtud que requiere ser formada. Esta se puede perder por varios motivos, entre ellos, la falta de visión, por cansancio, por miedo o incluso por no interrumpir la comodidad, lo que se traduce en desistir en lo que se habían propuesto alcanzar.
Desde la perspectiva De Dios, hay perseverancia, cuando existe en la persona una actitud de osada valentía, confianza inamovible en la persona de Dios.
Es parecerse a Dios, porque Él cumple con sus planes. Prometió darle un hijo a Abraham y Sara, y el hijo llegó. Prometió que ese hijo sería el primero de una multitud, más numerosa que la arena del mar, y el pueblo de Israel llegó a ser una nación grande y poderosa. Anunció a José que un día llegaría a tener autoridad sobre sus hermanos y sus padres y en el momento más bajo de su existencia Dios lo arrebató del olvido y lo puso como gobernador de la nación más poderosa de la tierra en esa época; y así pudiéramos seguir nombrando las promesas hechas realidad que están consignadas en la Biblia.
La realidad es que no hemos sido llamados a concentrarnos en el tiempo del cumplimiento, sino en la certeza de las promesas.
El apóstol Pablo subraya la naturaleza confiable de las promesas de Dios, “Todas las promesas que ha hecho Dios son «sí» en Cristo. Así que por medio de Cristo respondemos «amén» para la gloria de Dios”. (2 Corintios 1:20 – NVI).
En lo único que debemos tener absoluta certeza es que las promesas de Dios se cumplen en el tiempo de Él y aunque para nosotros ese tiempo puede resultar muy largo, en los planes del Señor es como en un “abrir y cerrar de ojos”.
La actitud de permanecer firmes se llama perseverancia. Es esa postura la que nos lleva a seguir insistiendo cuando otros han quedado por el camino. Insistimos porque sabemos que Él va a hacer lo que se ha propuesto hacer. No dudamos que sea así, aunque transcurran dos meses, cinco años o una década. ¡Él es fiel!
¿Amen?
Versículo: “Todas las promesas que ha hecho Dios son «sí» en Cristo. Así que por medio de Cristo respondemos «amén» para la gloria de Dios”. 2 Corintios 1:20 (NVI).
Buen Dia
Juan C Quintero
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