El cuerpo humano es tan complejo como perfecto. Tenemos 78 órganos que operan de forma individual y colectiva. Además, todos los sistemas corporales coexisten a la perfección.
Cada parte de nuestro cuerpo cumple una operación y éstas son vitales para el completo funcionamiento colectivo.
La realidad es que Dios creó cada parte de nuestro cuerpo con un propósito específico.
Por ejemplo, las manos nos sirven para agarrar objetos, para escribir frases, para acariciar, pero también para conducir el automóvil.
Los pies nos permiten desplazarnos, nos llevan calle abajo y escaleras arriba.
Nuestro corazón bombea la sangre para que esta llegue a cada rincón de nuestro cuerpo
Nuestro cerebro es el centro de operaciones, en donde se aprenden cosas, pero también se coordinan las actividades corporales.
Pero ¿Qué sería del corazón sin venas que conduzcan la sangre?; ¿Y qué sería de nuestro cerebro sin esa sangre para alimentarlo?
Todas las partes deben trabajar juntas en armonía, para que el cuerpo, como un todo, funcione correctamente.
Lo mismo ocurre con la iglesia. Cuando entregamos nuestras vidas a Jesús, nos unimos al cuerpo de cristianos, esto es, hombres y mujeres que han aceptado el regalo de la salvación en Jesús.
Tal como Dios nos creó, poseemos talentos, habilidades y dones particulares, así todos tenemos un lugar en el que podemos dar y servir para el propósito de Dios en el lugar donde te encuentras.
Por lo tanto, cada persona es vital, incluso si sus dones y servicios no son tan visibles como los de otras personas, todos, absolutamente todos somos importantes y necesarios en la obra de Dios en la tierra.
En la Biblia, en la primera carta a los Corintios, capitulo 12, verso 12, dice así, “El cuerpo humano, aunque es uno, está compuesto de muchos miembros; y esos miembros, aunque son muchos, forman un solo cuerpo. Lo mismo sucede con el cuerpo de Cristo”. (NBV)
Los miembros de la Iglesia conformamos el “cuerpo de Cristo”, en el cual todos son bienvenidos, por lo tanto, como tú eres único(a), los dones, talentos, habilidades y experiencias que tienes son necesarias para que el cuerpo funcione con eficacia.
Tal y como eres, Dios te quiere en el servicio a los demás.
Aquí me refiero a no imitar a otros, o querer hacer lo que otros hacen, sino más bien, a aceptar el llamado que Dios te hace para que, como el cuerpo humano, podamos operar correctamente y en armonía. ¡Actívate porque Dios te esta llamado a servir con lo que te ha dado!
Oremos “Amado Señor, gracias por haberme creado como alguien único e irrepetible, gracias por las habilidades, talentos y dones que has puesto en mí. Hoy me coloco a tu disposición para que me uses en el servicio a los demás en mi congregación. Hoy te digo Si, estoy disponible y dispuesto para servirte a ti con amor y dedicación en lo que me llames para hacer, lo oro en el Nombre de Jesús, Amén”
Versículo “El cuerpo humano, aunque es uno, está compuesto de muchos miembros; y esos miembros, aunque son muchos, forman un solo cuerpo. Lo mismo sucede con el cuerpo de Cristo”. 1 Corintios 12:12 (NBV)
Buen Dia
Juan C Quintero
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